Confusiones autónomas

Es legítimo defender las autonomías, pero no con censuras tajantes y falsas sino con razones

Desde un punto de vista lógico, qué jolgorio las reacciones a la propuesta de Vox de revertir el sistema autonómico. "Anticonstitucional" claman los que claman contra la Constitución. También los que ya la han cambiado (PP y PSOE).

Desde la Historia, resultan desternillantes las voces que consideran irreversibles las autonomías, que son de anteayer. Qué poco hablaron con sus abuelos estos progresivos inmovilistas. Mi abuela atravesó sin despeinarse (salvo en momentos puntuales) una monarquía, una dictadura, una república, un Madrid revolucionario en plena guerra, otra dictadura, una restauración, quizá una república coronada y una integración europea. A mi abuela podrían contarle que las autonomías no son reversibles.

Legalmente, que una reforma de la Constitución mediante el mecanismo previsto en la Constitución se considere inconstitucional, demuestra el estado de confusión con el Estado de Derecho en que nos encontramos. Según la contabilidad, las cuentas están claras, o sea, oscuras, entre otras cosas por el gasto ingente que producen las autonomías. No hay dinero para las pensiones, dicen, pero no se puede ahorrar en autonomías, ni hablar.

Desde la geopolítica, en un mundo cada vez más pequeño y más comunicado, tiene menos sentido dividirnos más. Para federalismo, ya disfrutamos de la Unión Europea, en cuyo proceloso proceso es provechoso presentarse con una soberanía nacional fuerte e intacta.

La crítica más sustanciosa, pues, es la defensa de la subsidiaridad política y de la idiosincrasia de las regiones de España. Sin embargo, las comunidades autónomas han impuesto unos neocentralismos que han obviado muchas de las peculiaridades locales, comarcales y provinciales. Es natural, porque el poder político y sus leyes, reglamentos y ordenanzas de arriba abajo sofocan la libertad. La subsidiaridad hay que dejársela a la sociedad civil.

Observen, si no, esta paradoja que está pasando desapercibida. Entre los votantes de Vox, el único partido centralista, estaban los grupos más vinculados a las tradiciones de la tierra: cazadores, taurinos y agricultores, además de conservadores por libre vinculados a sus costumbres familiares y sociales, y a sus creencias. Saben por instinto que las peculiaridades son laminadas por los centralismos multiplicados, por la inflación legislativa y por los impuestos; y que los políticos, pocos y tras Despeñaperros, estarían mejor.

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