Consenso o concesión

La obligación del presidente de Andalucía es creer al 100% en su programa

Moreno Bonilla, Juanma, nuestro presidente, tiene un sueño. Y ese sueño, sin embargo, es una pesadilla, en mi modesta vigilia. ¿Cuál es? Éste, según ha declarado en Twitter: "Estos Presupuestos tienen que ser los de Andalucía. Mi sueño es que es que seamos capaces de aprobarlos con el apoyo de los cinco grupos parlamentarios para lanzar un mensaje: aquí estamos todos unidos para meter el hombro por los andaluces".

Lo primero que hay que preguntarse es la auténtica intención de este sueño. Si mala, sería mejor. Quiero decir, que si lo que el presidente de Andalucía quiere hacer es dejar en evidencia al presidente de España, al menos tiene mala idea, porque, en efecto, lo dejaría. Sánchez e Iglesias, tanto monta, monta tanto, están sólo en montar mucho lío y azuzar la división entre los españoles. Pero si la intención de Moreno es buena, y se cree lo de meter el hombro todos unidos, sería peor.

Aunque en ambos casos la idea es pésima, porque o piensa en la estrategia malévola o en la utopía buenista, pero no se orienta al bienestar de los ciudadanos. Me explico. La obligación del presidente de Andalucía es creer al 100% en su programa y tratar de plasmar lo máximo de él en sus presupuestos. Para eso, porque no tiene mayoría, tendrá que conseguir una suficiente, pero sin ceder ni una idea programática más de las indispensables. Tiene, por tanto, que convencer a Ciudadanos y a Vox, que son sus apoyos, y ya está. ¿Qué dejará de cumplir de su programa para satisfacer a Podemos y al PSOE, que no le hacen falta? Un lunes la izquierda iba a plantearse esa operación de marketing de unidad fotogénica a cambio de alguna parcela de poder o toma de decisión.

Además socava el principio parlamentario, donde tan importante es que haya una mayoría que asuma sus decisiones responsablemente como que una oposición haga su trabajo de contrastar la acción de gobierno y fiscalizar sus medidas con lupa. El consenso es bueno si es imprescindible. Más allá se convierte en el morbo narcisista del centrista y pasa de consenso a concesión. Camón Aznar advertía: «No obtengas nada por unanimidad. Los malvados tienen que estar siempre frente a ti».

Dejando lo de los malvados y buenistas aparte, la unanimidad nos escamotearía algunas medidas de la coalición que ganó las elecciones y también la labor de la oposición. Sea maquiavelismo político o automatismo centrista, no es un buen sueño, Juanma.

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