La ciudad y los días

carlos / colón

Contar hasta uno

NO sé de que quién es la frase, pero me impresionó: Dios sólo sabe contar hasta uno. O lo que es lo mismo, para Dios cada ser humano es único, imprescindible e insustituible. Por eso en el Talmud está escrito que quien salva una vida salva al mundo entero. Desgraciadamente esta concepción está restringida al ámbito religioso judeocristiano y al de los afectos personales. Fuera de ellos somos prescindibles y anónimos consumidores, números en las estadísticas. Habría pues que adoptar el punto de vista de Dios y de los judeocristianos para comprender y sentir la magnitud de la tragedia de los seis millones de parados como lo que es: seis millones de historias personales de dolor y frustración; y para celebrar que en España haya 98.265 y en Andalucía 26.529 desempleados menos. Son las cifras de mayo, tercer mes consecutivo de caída del paro y el mejor de toda la serie histórica desde 1996.

Aun discriminando los trabajos provisionales y mal remunerados -el fantasma de nuevas formas de explotación sugeridas para salir de la crisis y aceptadas por pura desesperación-, y aun teniendo en cuenta los factores estacionales, es una gran noticia. No sólo porque quizás pueda significar la luz al fondo de túnel -seamos prudentes y recordemos el chasco-trola de los brotes verdes-, sino sobre todo porque 98.265 españoles y 26.529 andaluces han encontrado trabajo (otra cosa, insisto, es su calidad y duración).

Para que sea sana esta alegría debe llamar la atención sobre los 4.890.928 españoles y 1.081.493 andaluces que siguen parados. No se lo tomen sólo como una cifra, incurriendo en la deshumanización de las estadísticas. Pónganles rostro. No les resultará difícil. ¿Quién no tiene un hijo, hermano o amigo en paro? ¿Quién no sufre viendo como esos jóvenes que se decía estaban sobradamente preparados arrastran sus currículos de empresa en empresa para al final verse obligados a aceptar cualquier trabajo basura, mientras a los neoliberales puros y a los progres reciclados en neoliberales se les llena la boca diciendo que eso de un trabajo de ocho horas y para toda la vida se ha acabado para siempre?

Hay que poner caras a los números. Caras alegres de los que han conseguido un empleo. Caras amargadas de quienes siguen en el paro. Porque cada número es una persona. Y miren ustedes, aunque no sea Dios, cuando se trata de personas cada vez me cuesta más trabajo contar más allá de uno.

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