Ni Corpus ni habeas corpus

El liberalismo, en cuanto que saca a tantas personas de la pobreza, ¿será aporofóbico?

Como hoy es uno de esos tres jueves que relucen más que el sol (junto al Jueves Santo y el día de la Ascensión), pensaba reflexionar sobre la nueva religión que nos están imponiendo por la espalda, aunque también por la espada del código penal y la ley tributaria. Y voy a hacerlo; aunque con novedades, porque Pablo Iglesias (precisamente, nomen omen) nos ha regalado un ejemplo más.

Yo iba a señalar a la gente de rodillas en la calle (pero no por el paso del Santísimo, como tocaba hoy, y no pasará), sino por una reivindicación política. También tenía previsto comentar que se abran los bares y el fútbol, pero no los colegios ni las universidades. O que se permitan las apelmazadas manifestaciones del Black lives matter y no unas procesiones la mar de ordenadas, cada uno en su hilera llevando el sol de la tarde en sus velitas de cera, como cantó Antonio Machado. Se ve claro lo que el poder considera sagrado y lo que no.

La última aparición de Iglesias (precisamente) anunciando que se plantea castigar penalmente "el odio al pobre" es la guinda del pastel. Jurídicamente, esa presunta aporofobia tiene -no nos engañemos- una tipificación complicada. ¿Van a juzgar sentimientos o pensamientos? A un pro-etarra no se le puede condenar porque las ideas son libres, ¡seamos democráticos! Pero a un aporófobo…, ¡cuidado, al talego con él sin habeas corpus, como con la LIVG! Para dar ejemplo de una actitud aporófila progresista, Iglesias y Sánchez van a crear más pobres que nunca. Si obras son amores, su amor al pobre es indiscutible y, aun más, mensurable. Lo que no quita la dificultad de demostrar en nadie el odio al pobre. Ahí Dolores Delgado va a tener que hilar muy fino.

Aunque tampoco importa, porque lo jurídico es lo de menos. Ese delito tiene una función política. Penará las críticas a la agenda social que el Gobierno imponga para sufragar a sus nuevos pobres. El liberalismo económico, en cuanto que saca a tantas personas de la pobreza, ¿será aporofóbico? Sin duda, lo van a ser las quejas por los impuestos (ya que irán en parte a sufragar las rentas vitales).

Sin embargo, como con las genuflexiones penitenciales y los ritos sacros de la agitación callejera, hay otro propósito de fondo religioso. Iglesias, nomen, está haciendo un remedo de las bienaventuranzas, omen. Nos quiere soltar su sermón de la montaña; pero aupándose al Código Penal, para que no flaqueemos en la fe.

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