Enrique Gª-Máiquez

Corto y cambio

Su propio afán

Para Pedro Sánchez, ¿no hubiese sido mucho mejor enfadarse menos y dar más argumentos?

26 de octubre 2018 - 01:36

Pablo Casado ha acusado a Pedro Sánchez de cómplice de los golpistas (que votaron su investidura y que votarán sus presupuestos, por cierto). Esto ha molestado muchísimo a Pedro Sánchez. Hasta ahí, lo del uno y lo del otro lo veo completamente lógico: Sánchez demuestra que tiene vergüenza y Casado demuestra que tiene ojos en la cara. Muy bien los dos. Hasta ahí.

Lo malo viene cuando Pedro Sánchez, emberrenchinado, se le encara. "Que lo retires", le repite un montón de veces, casi suplicándole, aunque riñéndole. Como no lo retira, le dice como los pequeños en el patio del recreo: "Corto contigo", haciendo la tijerita con los deditos. Un poco inmaduro, ¿no? ¿No hubiese sido mejor enfadarse menos y dar más argumentos? ¿Enumerar hechos y datos y políticas por las que uno no es cómplice de los que quieren volar la Constitución Española y la soberanía nacional?

Casado tampoco anduvo fino, después de haber estado daga florentina, eso sí, pero no remató, porque tenía que haber lamentado sobre la marcha ese soponcio de Pedro Sánchez, haberle recomendado calma y haberle expuesto cuatro o cinco cosas (respetar la separación de poderes, revisar la política penitenciaria de Junqueras, no suplicar la aprobación de los presupuestos a Bildu, hacer cumplir ya las sentencias del Supremo en Cataluña, dejar de enviar a Iglesias a hablar con unos y con otros, etc.) con las que Casado y todo hijo de vecino quedaría convencido de que Sánchez no actúa en connivencia con los golpistas y filoterroristas. Casado tendría que haber susurrado: "Querido Pedro, no hay nada que desee más que comerme mis palabras y pedir públicamente disculpas por haberte llamado lo que hoy por hoy parece que eres. Que ojalá no lo seas y lo demuestres, como corresponde al presidente del Gobierno de España". Lo han hecho a toro pasado, sí, pero a volapié hubiese sido más eficaz.

Uno ha hecho el ridículo (corto y cambio) y otro perdió la oportunidad de cerrar la discusión (cambio y cierro) con un soberbio golpe de efecto. A cambio, nos han dejado con una duda bastante retórica. ¿Cuáles son las relaciones que mantenían Sánchez y Casado? ¿Acordaban cositas por lo discreto? ¿Cuáles? ¿Qué beneficio sacaba Pablo de eso, para que Pedro lo amenace con cortarle el privilegio del augusto trato con su persona? Yo sospecho que, encima, esas relaciones que se amenaza con cortar ya estaban más que cortadas, cortocircuitadas.

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