BARÓMETRO a barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la clase política española está cada vez más desprestigiada, señalados por los encuestados que representan a la población como un problema más que como la generadora de soluciones, como la mayor fuente de corrupción. Casi nueve de cada diez ciudadanos, el 85,6%, creen según la última encuesta del CIS que la corrupción está muy o bastante extendida en España. Y, aún peor, no lo ven como un fenómeno aislado en un determinado partido, sino que no hacen prácticamente distinción entre los dos grandes, PSOE y PP, a quienes los ciudadanos ven implicados en las corruptelas de forma muy similar. IU figura, por el contrario, como el partido menos afectado por este tipo de casos, mientras que CiU, CC y PNV se mueven en una franja media. Respecto a los ámbitos donde se localiza este fenómeno, la mayoría de los encuestados (85,3%) destacan la concesión de obras públicas, seguida de la construcción (81) y la adjudicación de subvenciones públicas (79,4). Pero quizá el dato más preocupante es que se ve a los políticos como el colectivo más corrupto (86,6%), seguidos de los empresarios (69,3%) y los jueces (52,9%). No hay actividad pública que se perciba más corrupta que la representación política, lo que probablemente es erróneo. El CIS ha preguntado además cuáles son las cualidades que los ciudadanos prefieren en los políticos. Y la respuesta es clara: el 61,2 % prefiere a un político honrado aunque poco eficaz, frente a un 10,1 que acepta uno corrupto pero buen gestor, si bien hay resultados electorales en varios ámbitos administrativos que contradicen esta preferencia. Tras los datos de la encuesta, que ya no sorprenden y menos tras la eclosión del movimiento de los indignados, subyace el creciente descrédito de la política, lo que sin duda aleja a futuros servidores públicos, especialmente, a los mejor preparados. Todo un síntoma de una sociedad enferma.

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