Opinión

Julio Lorca / Jlorca@ I2bc.com

2009: Creer versus crear

HACE unos días comentaba con unos familiares que tan sólo nos quedaba creer, tras la caída del banco Lehman Brothers y el fraude de Madoff, en los reyes magos. Dicho afamado broker de Wall Strett, que había llegado a ser presidente del Nasdaq, arrastraba desde 1992 múltiples denuncias que fueron obviadas por la Comisión del Mercado de Valores americana, creada tras la Gran Depresión precisamente para prevenir este tipo de estafas. Hoy, la trampa alcanza los 50.000 millones y entre los arruinados están los que se creyeron el cuento de la tutela efectiva de las instituciones. Puede que a muchos ni les haga falta el dinero. Otros en cambio, se verán obligados a despedir prescindibles o, en el peor de los casos, se despedirán a sí mismos, como el inmolado Adolf Merckle propietario del laboratorio Ratiopharm, que apostó a la baja en acciones de Volkswagen que finalmente subieron espectacularmente. 400 millones de euros esfumados en un pispás.

La energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma. Es decir, de donde no hay nada, nada puede brotar. Si a un esfuerzo físico o intelectual le corresponde un salario, es porque ha generado un valor equivalente. Así, el precio de las cosas debería ser proporcional a la energía consumida para crearlas. ¿Y si el precio de algo, por ejemplo una casa, crece cada año más que el salario de quién realmente necesita habitarla (mercado real)? ¿y si esos bienes sólo pueden ser comprados por los interesados en alimentar esa espiral inflacionista a la que mas tarde ordeñar? Pues pasa, lo que pasa. Hemos llegado a un punto en el que el humo del café vale más que la taza.

¿Y como afrontar el 2009, ante este panorama? Pues en mi modesta opinión, como ciudadanos, devolviendo el verdadero sentido a las cosas. ¿Qué aporta más valor, el esfuerzo subyacente de esa talla hecha a mano que nos ofrece el chaval nigeriano, o el sofisticado producto financiero, con que nos engatusaba cualquier banco? A los empresarios, sin embargo, les daré un pequeño consejillo: Si sólo piensan en su empresa como unidad de inversión, reduzcan los costes y esperen a ver que pasa. La suerte dirá. Pero si de verdad sienten que ser emprendedor es algo más, comiencen a desengrasar ese pensamiento creativo que un día les llevó hasta donde están hoy. Rehabiliten su capacidad de relacionar lo aparentemente desconectado y verán emerger de nuevo oportunidades generadoras de valor. Para subsistir con garantías, sólo les queda ese camino: Innovar, innovar e innovar. Es el momento no sólo de creer sino de crear; de volver a prestigiar la entrega, el sacrificio y el esfuerzo de las personas. Es la hora de desterrar a tanto fantasma y de devolver a la botella a tanto genio de pacotilla. Igual… si contratan al nigeriano y despiden al asesor financiero… ¡quién sabe!

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