Cuenta atrás

Que nadie espere nada de ti es la mejor manera de conseguir no defraudar a ninguno

Se acerca inexorable el tiempo en que Donald Trump se hará cargo de la presidencia, y los peores augurios de sus rivales políticos crecen exponencialmente. Hay quien ve a la vuelta de la esquina la ruina del mundo, la crisis nuclear, la sumisión a Putin, el enfrentamiento con China, la involución en el progreso -otrora- inevitable, el hundimiento, el apocalipsis, el diluvio, el tsunami.

Le están haciendo un buen favor a Trump. Es lo que más rabia le da a la rabia: su homenaje implícito y sus inestimables servicios a aquello que odian. Seguro que Baltasar Gracián lo cinceló ya en alguna prosa suya diamantina o don Diego de Saavedra Fajardo, pero no recuerdo dónde. Que nadie espere nada de ti, habrán dicho en algún sitio nuestros politólogos del Siglo de Oro, es la mejor manera de conseguir no defraudar a ninguno, en el peor de los casos, y de sorprender gratamente al mundo, en cuanto algo bueno salga, que algo saldrá.

Supongo que el equipo de Trump estará recolectando los negros augurios que se hacen de su mandato. Cuando vayan a juzgarlo, encontrará numerosas maldiciones que no se cumplieron y podrá defenderse: "Salí bastante mejor de los que esperabais, tendríais que suspirar con alivio". Y qué no dirá el presidente norteamericano, tan amigo de presumir, si le da la vuelta a las profecías, como se las dio a los pronósticos.

Los nombramientos realizados hasta ahora demuestran un criterio muy libre, capaz de no achantarse ante los que reparten credenciales de normalidad democrática. Que Trump le coja el gusto a hacer libérrimos nombramientos en conciencia es lo que deben de estar temiendo, porque tiene que designar a numerosos jueces en varios escalones de la magistratura. Es probable que dé un sesgo conservador y pro-vida que dure decenios y que será perfectamente democrático, pues cumple con todos los requisitos legales y formales. Quién sabe si los que tiemblan por el fin del mundo no lo hacen, en realidad, por el de su mundo, en el que todos teníamos que ser progresistas.

Después vendrá la gestión, que le deseamos buena, en parte por el gusto de ver rabiar a los agoreros, y, en otra parte más racional, porque, si lo hace medio qué, nos beneficiaremos todos. Estados Unidos sigue siendo la locomotora del mundo. Trump parte con la ventaja de llevar, como en las elecciones, los pronósticos en contra. A poco que el mundo no explosione, muchísimos quedarán atónitos.

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