LA Relación de Puestos de Trabajo (RPT) se ha convertido en un tema recurrente, como si un marco legal obligatorio en cualquier administración pública fuese algo susceptible de debate o negociable. Desde 1995, el Ayuntamiento viene funcionando con un catálogo laboral obsoleto y pervertido que no ha hecho más que acrecentar el disparate organizativo que a muchos (políticos incluidos) les ha interesado mantener, con el objetivo de preservar la arbitrariedad para jugar con las retribuciones e incluso para dirimir quién entraba o no a trabajar en el Ayuntamiento. Aprovechando que parece que todo el mundo está, ahora sí, de acuerdo en que la susodicha RPT es más necesaria que nunca, la alcaldesa y su equipo no deben titubear. Hay que aprobar el documento cueste lo que cueste.

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