ESTOY viendo la tele y de repente se escucha la voz de Robert Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, diciendo que está muy comprometido con el agua y que por eso apoya la Expo de Zaragoza. Está tan comprometido -la gente guais de Minnesota suele ser fervorosa de la Pilarica y forofa del Real Zaragoza- que seguro que no ha cobrado ni un duro por su nasal alocución de diez segundos. La gente como Dylan es así, siempre piensa en los demás, lo que unido a la condición de mito debe ser agotador. Sin ponerme en plan abuelo Cebolleta, una vez que actuó en Madrid a mediados de los 80 uno de mis amigos dijo contra todo pronóstico que iba a ir, que sí, que era aburrido, pero que era algo "generacional". Casi acabamos varios en urgencias con la mandíbula desencajada del ataque de risa. Lo siento, Pedro Ingelmo, pero veinte años después Dylan me sigue pareciendo un muermo, casi más ahora que hasta la Realeza elige a los Dylan, Sting o Sprigsteen de turno para arreglar sus cuestiones 'generacionales'.