Cuando vi el titular en la portada del Diario, me lancé a leer la entrevista entera, incluso antes del rito sacrificial diario de leerme, ay, a ver qué digo. Para el defensor del pueblo andaluz, Jesús Maeztu: "Los padres son los cuidadores de sus hijos, no sus propietarios".

El uso de la palabra "cuidadores" no permitía alentar esperanzas, pues implica una rebaja sustancial en la condición de padres. Nótese que "cuidador" o "cuidadora" suele ser el eufemismo posh para hablar de la tata de toda la vida o de la persona que vigila a los niños. Siempre me pareció un eufemismo feo, y eso es lo único que me gusta de la declaración del defensor del pueblo: su brizna irónica de justicia poética. Quitando eso, el horror. ¿No es un lapsus linguae que muestra qué somos los padres para el Estado?

¿A quién defiende el defensor del pueblo andaluz? En esta cuestión del pin parental no empatiza con los intereses de quienes piden un derecho frente a la Administración, que es su papel institucional. Se cambia de bando. Aunque fuese un tema controvertido, con razones contrapuestas, el defensor del pueblo no es el juez del ídem y debe situarse con los que suplican ante el poder por sus derechos. Incluso por sus derechos como padres o, si prefiere, como cuidadores, porque, en efecto, en la educación moral hay que andarse, hoy por hoy, con muchísimo cuidado.

Maeztu perpetra una falacia muy común, casi un golpe bajo, achacando a los defensores del pin parental esa idea de la "propiedad" de sus hijos, como si fuesen semovientes. Eso no lo defiende nadie. Los padres son responsables de sus hijos y ni siquiera una palabra tan amplia y honda como "responsabilidad" agota todo el significado de ser padres. El propio Maeztu, en el cuerpo de la entrevista, añade un matiz nuevo que hay que reconocer que tiene interés: los padres también son los "protectores" de sus hijos.

La importancia del pin parental está quedando demostrada a posteriori, cuando algo en apariencia tan menor se ha convertido en un debate de Estado. El pin ha pinchado y han saltado todos de sus casillas institucionales. No en vano, como sí ha detectado el defensor del pueblo andaluz, está íntimamente relacionado con la esencia misma de lo que sea la paternidad y la filiación. Es un asunto candente en la sociedad. Los padres que quieren ser algo más que "cuidadores" y aspiran a cuidar a sus hijos esperan a quien les defienda.

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