En tránsito
Eduardo Jordá
Opositar
Vara y pulgar
Jerez ha comenzado a vivir sus días grandes como estandarte del flamenco, bandera mundial de este arte, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y seña de identidad de la ciudad en particular y de toda Andalucía y España en general. Son días para presumir del arte jondo pero también para defenderlo y cuidarlo por ser una de las tradiciones que distinguen y diferencian a este legado inagotable de generaciones y sagas, herencia y capital vasto e inagotable que cabe mimar y proyectar como fuente interminable e inextinguible del futuro de la ciudad.
Con los ojos pendientes hasta el 5 de marzo en un certamen con solera e identidad propia, referencia tanto para el público nacional e internacional como para los artistas, que saben que Jerez es el centro neurálgico del flamenco, la mezcla de propuestas tradicionales se junta con apuestas más vanguardistas, señal de que este arte, el cante y el baile, está más vivo que nunca.
La programación del Villamarta -excelente según los que saben de esto- se completa además con propuestas complementarias de enorme calado: Sala Compañía, los Museos de la Atalaya, González Byass, el ciclo De Peña en Peña, el Festival en los Barrios, Aprendemos Flamenco, cursos, exposiciones y los homenajes a Caballero Bonald y Antonio Ruiz Soler se juntan con iniciativas como el Off Festival de La Guarida o la ración diaria que propone El Pasaje, entre otros.
Esta edición del Festival ha sido anunciada como uno de los pilares de la candidatura de Jerez a la Capitalidad Europea de la Cultura en 2031 y sin duda debe serlo, pero se echa de menos una hoja de ruta de la ciudad, que va a tener que pugnar con rivales de enjundia además de Granada. ¿Qué sabemos de la candidatura además de las ciudades, pueblos e instituciones que están apoyando a Jerez? ¿Cómo va el proyecto, el plan estratégico? ¿Hay decisiones ya tomadas por el grupo de trabajo? La idea de que Jerez sea Capital Cultural Europea es una magnífica iniciativa pero mientras la empresa que ganó el concurso tiene diez meses por delante para presentar “un plan estratégico de la cultura y la creatividad que deberá ir complementado por el diseño de un observatorio de la cultura y un plan de comunicación y marketing de actividades culturales”, hasta enero de 2023 no estaría de más cocinar un caldo de cultivo en la ciudad para que los jerezanos se involucrasen con un proyecto que a día de hoy parece en el limbo, y si no, pregunten por la calle a ver qué se conoce de la candidatura jerezana, en qué consiste y qué se va a hacer.
Y si es demasiado pronto para dar detalles, empecemos por abrir la cultura local siete días a la semana. Gane o no la candidatura, hay que trabajar y aprovechar este trabajo para que la cultura sea una prioridad en la agenda política, se avance en la colaboración entre lo público, lo privado, lo académico y el tejido asociativo -que debe estar involucrado- y se aproveche el enorme potencial del patrimonio jerezano
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