SUSANA tiene un ratón o, más concretamente, la cabeza de un ratón y es natural que no arda en deseos de cambiarla por una cola de león. La cabeza de ratón es nuestra querida Andalucía, donde hace y deshace. Si diese el salto a presentarse en España, sería cola de león y quién sabe si coleta de Iglesias, porque Podemos amenaza sorpasso. Tanto espectáculo del PSOE tendría consecuencias electorales y más si va seguido, como parece, del fracaso de Sánchez en su intento de formar gobierno. Y ella tampoco podría llevarse de aquí una hoja de servicios impoluta.

Hay que partir, por tanto, del refranero para entender por qué Susana es Sí-sí-no. Lo que pasa es que, aunque dé siempre su lógico paso atrás, antes ha dado dos temperamentales pasitos adelante, y así, dos por uno, está acabando en medio de la melé. Ya sólo falta que fracase Pedro Sánchez para que todos se vuelvan hacia ella.

La razón ha sido humana, demasiado humana. Entre los socialistas se han engañado demasiado. O, hablando de ratones, se la han dado con queso sin mesura. Primero, cuando Susana aupó a Pedro Sánchez a la secretaría general, no iba ser el candidato, pero lo fue. Aquello royó la relación. Desde entonces, Susana ha puesto palos en las ruedas a Pedro Sánchez, y le ha cerrado todas las salidas, tanto la sensata (un pacto constitucionalista) como la insensata y la que él, por tanto, prefiere (la alternativa de progreso). Pedro Sánchez se reunió con los barones el día antes y no dijo ni mu sobre la jugada de someter a la militancia sus pactos de gobierno. Hubo mucha alevosía ahí, lo que es normal a estas alturas; pero fue una alevosía torpe, porque todos hemos asistido al engaño. La humillación a los barones ha sido en vivo y en directo. Y no duele tanto que te engañen como que se vea.

A renglón seguido, se filtraron las intervenciones críticas dentro del Comité Federal. Donde las dan las toman. ¿Cómo va ahora Pedro Sánchez a colocarnos su eslogan de un resultado histórico si la presidenta del partido ha subrayado que lo histórico fue el batacazo? ¿Cómo va a negociar ni la abstención con los nacionalistas cuando Fernández Vara ha reconocido que eso es la muerte a pellizcos para el PSOE? En Ferraz ya no entra la marcha atrás, ni para Pedro Sánchez, experto en huir hacia adelante, ni para Susana Díaz, maestra en el pasito atrás, pero atrapada, como Pedro fracase en su huida, en su propia ratonera.