HAY veces en las que parece que se para el tiempo, que se congela y que luego, cuando vuelves, todo sigue en su sitio. Al menos, eso es lo que creemos. El subconsciente es lo que tiene, que engaña a todo el que se pone por delante para que los cambios sean lo menos traumáticos posible. Y si no, que se lo digan a Fray Luis de León que tras pasar una buena temporada fuera de sus aulas por motivos que no vienen al caso (aunque para los cotillas diré que pasó un tiempo en la cárcel) comenzó de nuevo dirigiéndose a sus alumnos con la famosa frase de 'Decíamos ayer...', que ha quedado para la posteridad. Pues bien, una situación parecida a la de tan versado asceta es lo que me ocurrió ayer cuando regresé a mis quehaceres cotidianos tras ser víctima de varios virus que se quedan en una minucia comparados con lo que tuvo que vivir el poeta con la temida Inquisición. Menos mal que el cerebro es prodigioso y tras unos segundos de desconcierto, todo vuelve a su sitio. Ya se sabe, como ayer, como siempre...

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