Opinión

Pepe Marín

Deficientes programas de televisiones

DESDE el principio quiero dejar constancia de que, cuanto pueda exponer en esta información es exclusivamente mi apreciación personalísima ya que, al ser libre el mundo del gusto, lo que para mí como telespectador es negro, para otros/as puede ser no sólo blanco, incluso brillante. En anteriores comentarios firmados por mí y aparecidos en estas páginas con títulos como “profusión de malas series”, “sobre algunos de los muchos concursos televisivos” y “televisión pública y privada”, incidía en el personal análisis sobre los temas expuestos. Hoy, los trabajos de María Antonia Peña y Carlos Colón, aparecidos en estas páginas de Diario de Jerez respectivamente los pasados 16 y 17 del presente mes, me han animado a volver sobre el tema televisivo.

La periodista se remonta en su trabajo a tiempos pretéritos destacando algunos de los programas que más le interesaron o divirtieron –caso Un, dos, tres-, para desembocar en lo que en estos momentos se nos ofrece desde los más diversos canales: no le gustan los concursos –en mi anterior trabajo yo me quedaba exclusivamente con ¡Boom!-, ni las series turcas –yo añado también las españolas-, ni las americanas a granel, poniendo término a su trabajo escribiendo: “Pocas veces me siento más europea y más española ante el éxito alcanzado por España en el Festival de Eurovisión 2022, después de muchos años de atonía”. Me sumo al éxito del festival y al éxito de Chanel y sus acompañantes.

Carlos Colón por su parte centra su atención en la música destacando el papel del gran Morricone –en más de 500 películas-, el único músico de cine que hacía saltar literalmente al público de sus asientos –sobre todo con los western que tanto le costó perdonarse a sí mismo- y el primero que logró que las bandas sonoras originales se vendieran por miles. Morricone, Henry Mancini, Nino Rota… engrandecieron con sus creaciones musicales las más aplaudidas realizaciones de la historia del cine.

Hasta ahí quería yo llegar: no por hacer un paralelismo, líbreme Dios, si no por todo lo contrario: por la ausencia de buenas músicas que pudieran siquiera respaldar las pobres películas que se realizan hoy; pobres en todos los sentidos menos temáticas ya que, salvo en raras ocasiones, detectives, policías, tiradores y asesinos campan a sus anchas por las productoras americanas y europeas en series y telefilmes que cansan, que aburren… Guiones que se asemejan unos a otros, realizaciones a cargo –salvo excepciones-, de principiantes, doblajes deficientes y ausencia absoluta de músicas que suelen ser sustituidas por ruidos, ruidos ensordecedores que impiden poder seguir los diálogos –que a veces los hay-, y todo ello vendido desde nuestras televisiones como cultura europea. Estoy convencido de que alguien apuntará: ¿y por qué no te dedicas a leer en lugar de ver la tele? Suelo hacerlo, créanme, pero también soy cinéfilo y posiblemente masoquista.

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