Se vio que Vox estaba verde cuando introdujo el debate de cambiar el Día de Andalucía en el primer pliego de negociación para desalojar al PSOE de la Junta. Aquello, que tendría que haberse hecho con más calma y, sobre todo, con consenso, sirvió para debilitar su posición con una sorna interesada y para distraer de otras demandas de más urgencia y enjundia. Pero no quiere decir que no llevase razón.

Celebrar a Andalucía el día de nuestro acceso a la condición autonómica, por muy bien que estuviese que no nos resignásemos a ser menos región española que ninguna otra, es un evento poco enjundioso para la Historia trimilenaria de nuestra tierra. Además, a nadie se oculta a estas alturas que el sistema autonómico hace aguas. Ya veremos hacia dónde se escora el buque constitucional, si hacia un federalismo asimétrico y celtibérico, como parece, y desean las tribus; o hacia una centralización racionalizadora, por instinto de supervivencia nacional. Lo indudable es que celebrar un evento estatutario es atar nuestra fiesta regional a un sistema que, de una forma u otra, tiene fecha de caducidad.

Si nos ponemos -con tranquilidad, cultura, amor a Andalucía y tiempo por delante- a pensar una nueva fecha entre todos, iríamos ganando tiempo. Yo soy partidario de presumir de la circunnavegación de Elcano, que partió de aquí y llegó aquí. Arribó el seis de septiembre, y es un día estupendo. Los portuenses, además, podríamos hacernos un puente con el ocho de septiembre, que es la Virgen de los Milagros. Pero no me quiero embalar, porque entiendo que Andalucía tiene muchísimas fechas históricas para escoger.

Claro que, si se piensan todas, ninguna es andaluza de pura raza. En la vuelta al mundo intervinieron un portugués y un vasco, además de griegos, alemanes e italianos; en la toma de Granada, una castellana y un maño; en la proclamación de Trajano como emperador, el senado y el pueblo romano, etc. Yo, eso, lo veo una ventaja, la vacuna contra el regionalismo estanco y autosatisfecho, y un motivo de orgullo para una Andalucía siempre universal, por España y la Humanidad. Pero reconozco que, si buscamos un día andaluz y sólo andaluz y mucho andaluz, el 28 de febrero cumple como ninguna fecha esa condición, aunque casi ninguna otra. Con todo, para que nadie me acuse de no atenerme a la normativa vigente, como hoy es el día, por ahora, pues muchas felicidades a todos, andaluces.

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