P ASEAR en estos días por las calles de Jerez es un placer, sobre todo olfativo. ¿Quién se puede resistir al aroma del azahar? Cuando se habla de semana blanca en otras comunidades autónomas para esquiar, pienso que los pétalos de esas flores que inundan nuestras calles son nuestro particular regalo, nuestra cobertura especial tanto como particulares copos en los árboles como en el suelo, cuando ya han dado todo de sí. Coincido con mi compañero Manolo Moure en que este entretiempo andaluz es la época más bonita del año y eso que aquí los ciclos de floración son muy distintos a los de otras regiones más austeras en cuanto a las temperaturas. Sí, algo de sol pero no en exceso. Algo de calor, pero tampoco muy sofocante (aunque eso depende de los días en cuestión) y sobre todo ese aroma que invita a perderse en paraísos cercanos que huelen a mil y una noches, a cuentos de La Alhambra, a té moruno y a dátiles, a la grandeza de la cultura árabe que se ha quedado como patrimonio propio.