Dimitir de dimitir

Motivos objetivos para dimitir los había, pero ya han alcanzado el límite de su "dimitibilidad"

Amenudo, cuando las cosas se tuercen y las intentas arreglar, es peor. Yo lo sé por experiencia privada y Pedro Sánchez es un ejemplo público, con la gestión de las crisis ministeriales. Ha decidido que ya no dimite nadie más en su Gobierno, y Patxi López ha reconocido el único motivo: "Hasta aquí hemos llegado". Dimiten de dimitir. Es un error garrafal por razones encadenadas que multiplicarán cada problema por cuatro o cinco.

Por principio subordinan los principios a la estrategia. Se admite que motivos objetivos para dimitir podría haberlos, pero ya han alcanzado el límite de la dimitibilidad. Toda la propaganda del Gobierno de la dignidad y de la regeneración ética son nieves de antaño.

Además, con esta actitud se reconoce que se considera, en el fondo, cualquier dimisión como una victoria de la oposición. Debe de ser el fruto de la inercia de sus cacerías mediático-éticas. Obvian que una dimisión es un favor que se le hace a un Gobierno para que no cargue con un peso muerto. Aquí estamos de acuerdo con Pablo Iglesias: "Un Gobierno con dimisiones es un Gobierno fuerte". Porque con ministros que tienen que ocuparse mucho más de defenderse o de esquivar escándalos que de administrar lo suyo en beneficio de los ciudadanos, un Gobierno va dando traspiés.

La actitud de rechazar a toda costa las dimisiones, si se vuelven irremediables, te impedirá rentabilizarlas como exigencia ética. Las convertirá, además, en laureles para los rivales.

Por último, la palabra del presidente del Gobierno queda en entredicho. Con lo que él renegó de las sociedades instrumentales, alabó las dimisiones de plagiarios en Alemania y consideró que Rajoy era indigno, oh. Se ha metido de lleno en la cita de Orwell de 1946 que muy oportunamente trajo el otro día Eduardo Jordá: "No hay peor enemigo de un partido político recién llegado al poder que la propaganda que le ha permitido alcanzarlo". Queda preso de hemerotecas y víctima de la táctica del ventilador.

La situación era muy enrevesada, pero enrocarse no será la mejor salida. De hecho, los enemigos de este Gobierno, si no les preocupa demasiado España, deben de estar más que satisfechos con su estrategia del avestruz. Fíjense que Pablo Iglesias, que es el competidor natural del PSOE, ha dicho que los ministros Duque y Delgado tendrían que dimitir, oh, sí, sí, pero él -que podría- va a renunciar a forzar ninguna dimensión, por supuesto.

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