Juan Leiva Sánchez

Diócesis y Arcedianato: Asido y Jerez

La ciudad de la historia

LA diócesis de Asidonia-Jerez espera un nuevo obispo. Don Juan del Río Martín que ocupaba hasta ahora la sede diócesana, al ser nombrado arzobispo castrense con sede en Madrid, dejará el obispado asidonense próximamente. Como consecuencia, la Santa Sede, a través de la Nunciatura Apostólica, enviará un nuevo obispo a la sede vacante de Asidonia-Jerez. Y la gente se pregunta: ¿Quién será ese nuevo obispo? ¿De dónde será? ¿Qué semblanza le acompañará?

La diócesis actual jerezana apenas tiene treinta años de vida, pero sus antecedentes se remontan quince siglos atrás. Hay que buscarlos en la diócesis Asidonense, con sede en la ciudad de Medina Sidonia y, posteriormente, en la de Asidonia-Jerez. Comprende dos períodos: el visigótico, desde el principio del cristianismo hasta la llegada de los árabes, y el musulmán, desde la llegada de los árabes en el año 711, hasta los Reyes Católicos.

Los nombres de los obispos asidonenses que se conocen del primer período son Máximo, Manu(r)cio, Puperio, Basiliano, Rufino, Pimenio, Suetonio, Paciano, Fulgencio, Teoderaces y Geroncio (antes del siglo VII). Eran varones apostólicos elegidos por el pueblo, según las circunstancias que se vivían; es decir, hombres de fe profunda y costumbres sanas, zarandeados por dos connotaciones: los martirios de muchos cristianos y las herejías surgidas de la misma convivencia con otras religiones. Los del período musulmán son: Cesario, Exuperio, Juan Monge, Miro, Pedro y Esteban (ss. VIII-X; sin que conozcamos los que se suceden hasta la invasión almohade). Los sigue eligiendo el pueblo, pero les exigen, además de la fe y costumbres, una preparación acendrada y depurada frente a las influencias de los visigodos, de los mudéjares (árabes convertidos al cristianismo) y de los mozárabes (cristianos bajo la dominación árabe).

Existe un silencio hasta el siglo XIII, en que Cádiz se erige en diócesis, y desde el XVI, al XVIII se sucederán los intentos y peticiones para crear una diócesis jerezana. Ya en el siglo XVII, durante el mandato del arzobispo de Sevilla, Luis Salcedo y Azcona, es nombrado obispo auxiliar del arzobispado, Fray Manuel Tercero de Rozas. Nació en El Puerto de Santa María (Cádiz), perteneciente por rama paterna a una familia noble, oriunda del lugar de Busta, Valle de Soba, situada en las montañas de Burgos. Había tomado el hábito de San Agustín en el convento de Jerez de la Frontera, el 24 de mayo de 1698 y, después residió en el de Sevilla algún tiempo. Asistente al Solio Pontificio ya en 1736, fue predicador de tabla y obispo desde 1727 hasta su muerte en 1752. Se le dio el título de obispo de Icosia, antigua ciudad cristiana situada cerca de Argel (diócesis extinta). Nombrado visitador general del arzobispado, lo recorrió sin descanso y fue muy estimado por los fieles. En 1737, el arzobispo Salcedo le encomendó la visita eclesiástica de Jerez, consagrando la Iglesia Prioral de Nuestra Señora de los Milagros de El Puerto de Santa María, su localidad natal, el 19 de mayo de 1748. Asimismo consagró, el 28 de abril de 1749, la iglesia parroquial de María Santísima de la Asunción de Arcos de la Frontera (J. Alonso Morgado. Prelados sevillanos o Episcopologio de la Santa Iglesi Metropolitana y Patriarcal de Sevilla con noticias biográficas de los señores obispos auxiliares. Sevilla, Librería e Imprenta de Izquierdo y Compañía. Sevilla, 1906).

Más tarde, durante el mandato del cardenal Pedro Segura y Sáenz, arzobispo de Sevilla, éste intenta también nombrar un obispo auxiliar para Jerez. Llegó a Sevilla en plena Guerra Civil, en 1937. Era también oriundo de un pueblecito de Burgos, Carazo, donde sus padres eran maestros y tenían sangre burgalesa. Segura, adusto y severo, desconfiaba del carácter abierto y alegre del clero sevillano. Se trajo a sacerdotes burgaleses de la Bureba (Burgos) para confiarles los cargos de responsabilidad de la archidiócesis. Uno de ellos fue don Pedro Riaño Campos, canónigo de Burgos, preparado en ciencias eclesiásticas, y avezado en la curia. Lo trajo a la Colegial de Jerez como canónigo, abad y párroco del Salvador, en los años de 1950, con la promesa de hacerle obispo auxiliar de Sevilla para la Vicaría de Jerez. A don Pedro Riaños le agradó la idea y llegó con ilusión a la Colegial. Pero las relaciones de Segura con Franco se fueron enfriando y no le concedía ningún favor, sobre todo en la promoción de obispos de su confianza. Fue cesado de la archidiócesis de Sevilla en 1954, con el nombramiento de un nuevo arzobispo para Sevilla.

El 27 de octubre de este año, nombran al obispo de Vitoria, José María Bueno Monreal arzobispo coadjutor, con derecho a sucesión, del cardenal Segura y Sáenz de Sevilla. Bueno Monreal había nacido en Épila (Zaragoza) el 11 de septiembre de 1904.En 1927 fue ordenado sacerdote en Roma. Elegido obispo de Jaca (Huesca), fue consagrado en Madrid en 1946. A la muerte del cardenal Segura, ocupó la sede de Sevilla en 1957 y, en 1958, Juan XXIII lo nombró cardenal de la Santa Iglesia.

El abad Riaño Campos aguardó hasta 1960, en que aparece en el Boletín Oficial del Arzobispado de Sevilla la designación de José María Cirarda Lachiondo como obispo auxiliar, para ayudar en la labor pastoral al cardenal Bueno Monreal en la Vicaría de Jerez. En la presentación, el cardenal Bueno Monreal muestra la satisfacción que la designación del obispo le produce al recaer en la persona de don José María Cirarda Lachiondo, colaborador suyo en la diócesis de Vitoria. El abad de la Colegial y arcipreste de la ciudad, Riaño Campos, expresó su gratitud al señor cardenal por la designación y su complacencia al señor obispo por su llegada. A sus setenta años y enfermo, supo estar a la altura de las circunstancias, se fue con dignidad y sin haber alcanzado el obispado, a Madrid, a cuidar de su salud. Allí murió.

Fco. Antonio García Romero

Coordinadores/Centro de Estudios Históricos Jerezanos www.cehj.org

Eugenio J. Vega Geán

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