Postdata

Rafael / Padilla

Dios nos 'primerea'

NO es verbo que yo me invente. En la jerga del puerto de Buenos Aires, primerear significa actuar antes que el otro, ganarle por la mano, incluso, y hasta sobre todo, cuando el otro no tiene la listeza de darse cuenta. Es dicho común en el Río de la Plata y no posee, en principio, un sentido virtuoso: en aquel submundo de espabilados que cada día han de reñir su sustento, primerea quien pega primero, el que logra, con o sin mérito, conseguir la ventaja que tantos ansían. No se refiere, pues, a una acción especialmente edificante, sino más bien a todo lo contrario.

Y sin embargo, aun con su carga de permanente lucha entre listos, es una de las expresiones preferidas del papa Francisco. Jesuita y miliciano de la fe, Bergoglio escoge con frecuencia tal término para animarnos en la pelea contra el mal. Nada nuevo en realidad. Una versión castiza del consejo del mismo Jesús: "sed astutos como las serpientes" (Mateo, 10, 16).

No acaba ahí, no obstante, la virtualidad y la fuerza descriptiva que Francisco otorga al vocablo: también le sirve, no ya para espolear el esfuerzo avispado de cada creyente, sino para intentar comprender la propia acción de Dios. En homilía pronunciada en la Vigilia Pascual del año 2000, el todavía cardenal Bergoglio, al hilo de las palabras de Juan (1 Juan, 4, 10), pone el acento en el hecho de que el señor siempre nos precede: "Si bien en nuestra vida, de una u otra manera, buscamos a Dios, la verdad más honda es que somos buscados por Él, somos esperados por Él. Como la flor del almendro que mencionan los Profetas porque es la primera en florecer, así el Señor: Él espera primero, Él nos primerea en el amor".

Esa Galilea posible que Cristo alcanza vencida la muerte y en la que nos aguarda, se constituye en faro y en esperanza cierta: el sentirnos precedidos y esperados nos hace acelerar el paso y confiar en el camino. Esto es lo que hoy nos llena de gozo. Sólo hay que hacer lo que Él hizo: primerear al prójimo en la entrega, dar el primer paso, adelantarnos en la fraternidad. El anuncio que ahora nos conmueve -"Ha resucitado"- debe ser seguido de una actitud revolucionaria: llévalo y hazlo patente en tu diario afán. De este modo, concluye Francisco, sí que pondrás, en medio de tanta podredumbre y de tanta finitud, "una chispa de resurrección". Imita a tu Dios redivivo, primerea en darte al prójimo. Sólo entonces tu profesión de fe y tu júbilo serán creíbles.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios