NO siempre tiene que aparecer Jerez como sujeto o predicado de una mala noticia. Basta ya de estar casi siempre en el primer plano de la actualidad nacional por personajes que entran en la cárcel, porque son noticia del corazón o porque participantes en programas televisivos sonrojantes por su contenido zafio.

Por fin, y hay pocas excepciones, esta ciudad suena, mucho o poco, por ser la cuna de un ministro del Gobierno de España, en este caso Alfonso Dastis Quecedo, algo que no sucede todos los días. Desde el nombramiento de otro jerezano, Miguel Arias Cañete, no saltaba ningún paisano a esa categoría. Como en el caso del ahora comisario europeo, se trata de un jerezano de nacimiento que pronto dio el salto a Madrid, en el caso de Dastis tras acabar el Bachillerato. Ni eso ni su pérdida del acento andaluz ha hecho que el nuevo responsable de la cartera de Asuntos Exteriores haya renegado de su origen. Todo lo contrario. Son precisamente estos nombramientos de altura los que invitan a bucear en los orígenes de muchas personas para tratar de escudriñar cómo se ha forjado su carácter y saber ante quién estamos.

Y lo que en este caso encontramos es una persona de familia sencilla, brillantísima en los estudios, discreta y prudente, pero de las que deja huella con aquellas personas de las que se rodea. Son dotes muy necesarias en alguien que como Alfredo Dastis, un independiente que se dedica desde hace tres décadas a la diplomacia a través de diferentes ámbitos.

Habremos de suponer que con su nombramiento Mariano Rajoy busca fomentar el diálogo y las buenas formas, tan necesarias en estos tiempos. Este país necesita personas capaces de reducir la crispación y traer, que no imponer, serenidad. Tomemos nota de ello a todos los niveles, por ejemplo en muchos ayuntamientos. Es la única forma de alcanzar el consenso, un hábito que se ha perdido en favor de la confrontación y el rencor. Eso en el plano interior; en el exterior, España debe recuperar mucho terreno y respeto perdido, tareas que habrá de afrontar el nuevo ministro desde una amplísima formación y experiencia.

Porque desde hace unos días la imagen de nuestro país está en manos de un jerezano. Una designación que debería hacer que subiese un poco nuestra autoestima al saber que alguien como él ha podido llegar, calladamente, a un puesto tan alto a nivel político, hasta el punto de representar a España en todo el mundo.

Jerez es tierra de embajadores. De buenos embajadores. De muy buenos diplomáticos, los de carrera y los de oficio. El diplomático jerezano Jorge Domecq Fernández de Bobadilla, de dilatada trayectoria, es el actual director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa (EDA). El propio nombre de esta ciudad es una gran marca, una tarjeta de presentación desde hace siglos que ha abierto, y sigue abriendo, muchas puertas. Durante siglos, el negocio del vino ha tenido mucho que ver en ello. Que el ejemplo de Alfonso Dastis no sólo nos haga ver hasta dónde podemos ser capaces de llegar sino, tal vez lo más importante, cómo hacerlo.

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