Cerramos un año nefasto y todavía queda camino. Iniciamos la esperanza en un año que significa un paso adelante en el que como en cualquier empresa debemos hacer balance y poner nuevos objetivos. Es decir identificar áreas de mejora y corregir desviaciones. Desviaciones que no son pocas ni baratas.Terminaba el año con una espeluznante noticia de un joven apuñalado en plena calle Nuño de Cañas, en Jerez, a las tres y cuarto de la tarde. Un chaval de unos escasos veinte años que andaba desorientado por la vida. Buen deportista, que tuvo muchas posibilidades en el futbol, cuyo aliento acababa -tan pronto- con una apuñalada mortal en un día de final de año. Una puñalada que nos han dado a todos, a nuestro sistema, para decirnos en nuestra propia cara las cosas que hacemos mal. Una de ellas es que nuestros jóvenes son los más perjudicados en esta pandemia. Pero sobre todo en nuestra actual sociedad donde son muy pocas las expectativas para ellos. Una sociedad que lanza un mensaje ‘opiado’ a los jóvenes y con graves carencias en oportunidades de empleo. Hemos perdido a un joven -que representa a un segmento de ellos- que se metió en un mundo de oscuridades porque no tenía la luz que le guiara en una edad difícil. No acertó en su decisión para ir eligiendo el camino en la vida, pero tampoco tuvo la suerte de tener, quizás, una familia o caer en un grupo que le ayudara . No fue identificado y rescatado por la sociedad. Lo abandonamos a su suerte en medio de una sociedad que despilfarra recursos en otras innecesarias partidas. Los jóvenes son el futuro y los estamos abandonando. Esta puñalada mortal de necesidad la hemos recibido todos en plena calle. Ante una sociedad desorientada en sus prioridades , en medio de una infinidad de recursos que antaño era imposible disponer. Una sociedad donde los jóvenes son ‘torturados’ horas y horas por los perversos juegos de internet. Dura lección. Pongamos en marcha las prioridades que realmente son necesarias.

Tengamos la esperanza en el 2021 que nos espera como un regalo, envuelto en espinas, pero dejando atrás un fatídico año 2020. No perdamos la ilusión, y la fe. Cada día estamos más cerca. Muy pronto llegará la ilusión en forma de Reyes Magos. Serán diferentes porque no les podremos pedir caramelos a pie de sus carrozas. En cambio si podremos sentir su calor ,su cariño su historia y el peso de mantener viva la ilusión como sólo saben hacerlo los más pequeños. Seamos niños, que son los que nos hacen caer en la cuenta en multitud de ocasiones de cómo hay que hacer las cosas. Cuánto cariño y disciplina están demostrando en esta pandemia. Cuánta sensatez y nobleza. Mantengamos la ilusión y pongamos medios para mejorar nuestro entorno y el de los más jóvenes que , aunque te pongan una sonrisa por delante, también están sufriendo la pandemia. Pongamos nuestro corazón en los que se fueron y la certeza de dar por superado el 2020. Todavía nos queda la ilusión para vencer en el 2021 y vaya usté condió.

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