Hablando en el desierto

Discursos prefabricados

A la izquierda de hoy y del pasado se le escapan verdades cuando les falla la malicia de los mentirosos

L style="text-transform:uppercase">a listeza es el grado menor de la inteligencia útil y la extrema izquierda española es lista. Si se le diera a elegir entre una democracia europea y una dictadura fascista, escogerían la segunda. Luego, es lista. Las similitudes entre el fascismo y el socialismo real son tantas que los partidarios de este último bien podrían poner en práctica la misma política con el primero. Perón es el modelo. Cuando estaba reunida la comisión, o como se llame, para elaborar los libros de textos de los centros docentes españoles, alguien propuso incluir en los de historia los crímenes del estalinismo, en particular la matanza de Katyn, tan vergonzosa y tan difícil de ocultar que los comunistas culparon a sus primos los nazis y hubo quien se lo creyó, después de todo los métodos de ambos eran muy parecidos. Pues la dicha comisión se opuso a que se les contara este asunto a los alumnos, de manera que para los estudiantes españoles la matanza masiva de oficiales del ejército polaco no existe. Si algún padre o profesor conoce la masacre y la contara a jovencitos mal informados, sería mentirosa propaganda fascista. Las palabras tienen fuerza, pero necesitan cerebros receptivos. Los discursos de la neoizquierda siguen la escuela (no conozco otra mejor) de Goebbels: una mentira repetida se convierte en una verdad. O lo atribuido al conde de Argenson, diplomático en tiempo de Richelieu: "Pierden el tiempo mis enemigos: nadie hay más servil y mentiroso que yo."

El galimatías de la agraviada izquierda radical, que cuando se le tuerce un pelo se enoja y cuando no gana unas elecciones es que algo ilegítimo ha interferido en el proceso electoral, tiene más parecido con rabietas infantiles que con la seriedad que se espera de un representante público, la seriedad en las palabras que no hacen sino reflejar un pensamiento responsable, no la seriedad del burro. La izquierda española nunca tuvo sentido del humor: acuérdense de la finura de La Codorniz y de la zafiedad de otras revistas que aparecieron luego. Recuerden los libros de Julio Camba o Fernández Flórez y vean luego el aburrimiento, salvo las excepciones de rigor, de Cuadernos para el diálogo. He regalado los ejemplares que tenía, que no eran pocos; pero Camba sigue en lugar preferente. Si se dice que el Régimen del 78 es el franquismo travestido y la triple alianza de fascistas y traidores han dado un gobierno ilegítimo a los españoles, y ellos son ahora los legítimos representante del pueblo y los únicos con derecho a gobernar, oponerse y tomar la calle al mismo tiempo, se ha retorcido el lenguaje de tal manera que si encontramos una verdad es porque se les ha escapado. A la derecha del pasado se le escapaban mentiras por cinismo, y a la izquierda de hoy y del pasado se le escapan verdades cuando les falla la malicia de los mentirosos.

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