Alberto Nuñez Seoane

'La Dolores' en el país de las maravillas

 ES la secretaria general del PP. Pelea, me imagino que con denuedo, por parecer cercana y natural, pero no lo consigue: ni una cosa ni la otra tampoco. Sus palabras me resultan, siempre, huecas, vacías, no sentidas. Da igual que no lea, suena artificial. Dice lo que cree que tiene que decir, pero no pienso que se lo crea ni ella.

En la convención de su partido, este pasado fin de semana en Valladolid, los problemas que preocupan a sus votantes y al resto de la mayoría de los españoles, quedaron enmascarados por tópicos, que ya –por reiterados- resultan hirientes-, por citas de “lugares comunes”, por desacertadas generalizaciones y por divagaciones que más recuerdan a una buena “larga cambiada” que a un discurso político en un país asfixiado por el paro, encendido por la opacidad del futuro, harto de políticos incapaces y muy cabreado por la corrupción galopante que todo lo enmierda. Una desesperante, cierta y enervante pena.

La señora de Cospedal dice que fuera del PP “está la nada”, y se queda tan pancha.  Cospedal dice: “los políticos sabemos que no somos dueños de lo que gestionamos”, y no se inmuta. Cospedal dice: “hemos demostrado que la España de las autonomías es viable” y no le tiembla el pulso… Cospedal dice: “el sistema electoral municipal que tenemos es el mejor”, y no le chirrían los oídos –ni le escuecen los ojos ni se le caen los mocos tampoco…-. Cospedal dice: “no se puede poner límite a la libertad por un pensamiento único”, Pedro J. Ramírez, ex director de El Mundo, se levanta y aplaude,  Ortega Lara, Vidal Cuadras y Santiago Abascal –de Vox-, hacen lo propio… ¡ah no!, que no estaban allí… Cospedal “saluda” a Aznar y lo disculpa “por problemas de agenda…” y, ni se ríe, ni se monda, ni se “lironda…”. Es María de los Dolores en su particular “país de las maravilla”, pues a ver si nos da las coordenadas “GPS”, nos enteramos de donde está, lo encontramos y nos vamos todos allí.

Es seguro, que en ese “país de las maravillas”, en el que vive ella, y otros muchos pero no nosotros, no exista Bárcenas, ni la trama Gürtel, ni Iñaki Urdangarín y su mujercita –la que no se entera de nada-, ni un paro de casi el 30%, ni criminales en los Ayuntamientos, ni asesinos por las calles, ni fiscales que ejercen de abogados defensores… cuando interesa, ni directores de prensa destituidos de aquella manera…, ni nacionalistas que se saltan las leyes como les place, ni víctimas del terrorismo ignoradas, ni ciudadanos honrados haciendo cola en comedores sociales, ni subidas obscenas de impuestos, ni incumplimientos de programas electorales, ni políticos zafios, incompetentes y desastrosos eternizados en sus poltronas, ni subvenciones para los amigotes, ni cualquier otra bagatela, como estas, que la señora de Cospedal ni ha mencionado en su “interesante, directa y realista” alocución; por desgracia, en el país en el que malvivimos esas  “47 millones de razones” que, dice ella, tiene el PP para existir, esta, y no otra, es la realidad.

Una promesa para bajar los impuestos, no sabemos si para dejarlos como estaban antes de que los subieran o ni siquiera eso. Un empecinamiento, pueril y cobarde, en hacer oídos sordos al clamor de demasiados ciudadanos para que se revise el proyecto de ley del aborto. Una legitima satisfacción por el trabajo, bien hecho, en el aspecto económico y poco más, salvo el  evangelio que la casta política española no cesa de recitar, practicar y salvaguardar: “yo… mi… me… conmigo…”.

Y es que, apreciados lectores, no se enteran. Tontos no son -¡qué van a ser…!- así que sólo nos queda creer que piensan que nosotros sí lo somos. De lo contrario, no cabría tanta demagogia, tanta falacia ni tanta desvergüenza.

Miren, recuerden y… piensen: ayer, la primavera árabe: Túnez, Libia, Egipto, Siria… hoy,  Tailandia o Ucrania… ¿y mañana, a quien le tocará? Porque. Está claro, y meridiano, que “ellos” no van a cambiar nunca nada… nada que no les convenga. Sólo nosotros, los que padecemos la dictadura de su vanidad egoísta y endogámica, podremos conseguir cambiar este desesperante estado de cosas, si no… ellos, sus hijos, amigos y socios, seguirán en su particular, privativo y excluyente “país de las maravillas” y nosotros… nosotros a seguir remando… para morir en la orilla.

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