J. M. Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Doñana, dehesa

Es lo mismo que sean 1.450 o 1.600 hectáreas de nuevos regadíos, después serán 2.000, 3.000...

Es una historia conocida, también en las Tablas de Daimiel, el mar Menor y la Janda se trató de buscar el necesario equilibrio entre la agricultura circundante y la riqueza natural, sólo que ese supuesto punto mágico es un trampa léxica porque se desplaza en función de un interés que nunca estará satisfecho. Entre los periodistas se discutía el jueves si la proposición de ley aprobada por el Parlamento andaluz para legalizar nuevos regadíos junto a Doñana son 1.450 o 1.605 hectáreas, porque el texto aprobado deja abierta algunas dudas. Pero es lo mismo: en los próximos años, serán 2.000 o 3.000 hectáreas, porque siempre habrá una regularización pendiente con el argumento, manido, de que hay que buscar el dichoso equilibrio. O sacarlas del limbo legal, otro gran descubrimiento léxico.

Los ojos del Guadiana dejaron de llorar en Daimiel en los noventa, y las tablas sólo se llenan ahora en años muy lluviosos y gracias a tres trasvases; algo parecido ocurrirá con Doñana, cada día será más dehesa y menos marisma. La Unesco también advirtió a España que sacaría a Daimiel de la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad y la Comisión Europea afeó de modo muy serio a nuestro país de sus incumplimientos en la Mancha, algo parecido a lo que ahora está ocurriendo con Doñana.

Hay muchos argumentos para respaldar que esta ley que pretende el Parlamento andaluz será, en lo global, dañina para la comarca fresera, para España como país y para el Gobierno andaluz como supuesto garante regional del espacio. También se puede esgrimir que el enfado de la Comisión Europea se materializará en modo de multa ante los tribunales, pero parece un poco infantil seguir señalando a Bruselas como culpable de lo que cualquier administración está obligada a hacer.

Incluso se podría acusar a PP, Ciudadanos y PSOE de cobardicas, porque ha bastado que Macarena Olona pise Lepe para que sus dirigentes y alcaldes diseñen este artefacto que han aprobado en el Parlamento y del que nadie, excepto Vox, se quiere hacer responsable. "Queda un año", ha proclamado Juanma Moreno como bálsamo paliativo.

Jean Dorst fue un biólogo francés que, entre otras obras, dejó una vasta enciclopedia sobre las aves. A modo de epílogo se preguntaba por qué había que protegerlas, y relativizaba todos esos argumentos que hemos escuchado sobre el control que las insectívoras ejercen sobre las plagas. Miren, es un deber moral, un mandamiento estético.

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