La esquina
José Aguilar
Una querella por la sanidad
La ciudad y los días
Urge que se traslade a los asesores más influyentes de Juanma Moreno desde San Telmo a esa antigua calle que va de la Alameda a Santa Clara en la que vivían los hebreos que vendían dulces. Porque su hermoso nombre es el que les cuadra.
A quién se le ocurre sugerirle que ahora, en tiempos de elecciones, con Sánchez tocado, entre otros muchos temas, por dar marcha atrás en la ley del sí es sí con el apoyo del PP, protagonizando vídeos de autopromoción digamos que no muy espontáneos y prometiendo viviendas, cada vez más viviendas, con el tono del "¡que me lo quitan de las manos!", era el momento de sacar el tema complejo y sensible de Doñana tras tantos años de errores, consentir y mirar para otro lado por parte de la administración socialista andaluza, regalándole una munición -contra el PP en general y contra Juanma Moreno y Feijóo en particular, como se vio el martes- que ni en sus mejores sueños esperaba.
Desde un punto de vista de estrategia política no sólo hay que preguntarse si las propuestas de la Junta son dañinas para el parque, si no sobre todo si era el momento políticamente oportuno para meterse en este avispero. Lo segundo es lo importante en estos tiempos de baja política. Las razones muy bien expuestas, se compartan o no, del consejero Fernández-Pacheco no han sido oídas por el Gobierno y por supuesto no han hallado eco en los medios sanchistas.
Arañado por linces, picoteado por águilas imperiales, mordido por reptiles, picado por insectos, embarrado por el fango de las lagunas agonizantes, vapuleado por Europa, ha salido Juanma Moreno de esta historia. Tan bien le ha venido a Sánchez que cuando cobardemente se quitó de en medio para no asistir a la votación de la reforma de ley del sí es sí no encontró mejor destino que Doñana para cargar desde allí contra el PP mientras este apoyaba la propuesta del PSOE. De "Doñana no es el cortijo de nadie y menos de la derecha y la ultraderecha andaluza" a llamar a Juanma Moreno "negacionista" o "señorito", nada se ha ahorrado. Lo llamativo es que es el insultado quien le ha dado la munición.
Ah, se me olvidaba decirles cual es la calle a la que Moreno debería enviar a los asesores que le han dicho que este era el momento idóneo para plantear la cuestión de Doñana, porque su nombre es el que mejor les cuadra: Lumbreras. O, como se la llamaba de antiguo, las Lumbreras.
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Una querella por la sanidad
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Otra vez
El microscopio
La Moncloíta, ¿y ahora qué?
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nada más distinto que dos hermanos