La esquina

José Aguilar

Elecciones para nada

DECÍAMOS ayer: los cuatro partidos responsables de la parálisis institucional de España dan por imposibles la investidura programada de Pedro Sánchez y la hipotética posterior de Rajoy y se han situado ya, mental y políticamente, en el escenario venidero. El que conduce a otra campaña electoral y a otras elecciones generales.

Los cuatro están actuando y adoptando posiciones en función de la probabilidad de que se repitan los comicios. Han llegado a la conclusión de que los españoles castigarán a aquellos partidos que aparezcan como responsables del atasco. No hace falta que lo sean realmente, basta con que lo parezcan. Y a ello se aplican cada uno de los líderes con más ahínco que a la búsqueda de soluciones lógicas a la crisis de gobernabilidad que sufre el país.

Lo que no quieren admitir, porque todo su juego y postureo se vendrían abajo, es que las nuevas elecciones pueden no ser la solución del problema, sino su confirmación (y agravamiento, pues). Cualquier pronóstico resulta aventurado, pero no hay razones para pensar en una alteración sustancial de la correlación de fuerzas que salió del 20-D. Sobre todo, no hay ninguna razón para sospechar que se alteren los parámetros fundamentales de aquellas elecciones: la victoria a los puntos del Partido Popular, la lejanía de mayoría absolutas de un solo partido y la presencia de cuatro formaciones significativas e influyentes. El fin del bipartidismo corregido vigente desde 1982.

¿Qué harán los ciudadanos si son obligados a votar otra vez por la incapacidad y el interés partidista de aquellos a quienes encomendaron su representación hace mes y medio? Creo que, en primer lugar, sentirán hartazgo y desafección, aunque eso no tiene que traducirse necesariamente en una abstención espectacular. Después, una parte de los electores se decantarán por el voto útil (es lo que espera Podemos: arrasar a IU para superar al PSOE) y otra parte, repito, sancionará a los candidatos que hayan identificado como menos favorables a los acuerdos que habrían evitado otras elecciones. La inmensa mayoría, según creo, se pronunciará igual que en diciembre. Elegirán la opción que entonces le parecía mejor, o menos mala.

Con lo cual las elecciones de junio, si las hubiera, llevarían a lo mismo: mayoría corta e insuficiente del PP y necesidad de pactos. Serían unas elecciones inútiles. Seis meses perdidos.

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