Hace unos días recibo la llamada de un amigo, colaborador de este periódico, desde un pueblo de apenas un centenar de habitantes en la Vieja Castilla, preguntándome como médico acerca de lo que debe hacer para tratar un forúnculo que le está causando molestias locales. Ante la ausencia de fiebre y afectación general, me atrevo a recomendarle unas pautas de tratamiento haciendo un seguimiento fotográfico diario del proceso. En mi especialidad médica es muy útil la denominada telemedicina.

Para mayor seguridad le aconsejo que se acerque al centro de salud más cercano que está a ocho kilómetros, en un pueblo de mil seiscientos habitantes. Por la tarde me cuenta que la llegada al centro médico fue rápida, un edificio de nueva construcción, de ladrillo visto, limpio y cuidado. Al entrar, nadie en la cola ni en la sala de espera. Una chica joven seria, como suelen ser los castellanos viejos, pero amable y eficaz, le atiende inmediatamente y en diez minutos le resuelve todos los problemas administrativos para ser atendido como paciente desplazado de una comunidad autónoma a otra. Inmediatamente pasa a la consulta del médico que junto con una enfermera, con gran profesionalidad, le atienden con amabilidad, le drenan el forúnculo y se le prescribe un antibiótico oral. Mi amigo no daba crédito. ¿Cómo habría sido este proceso en una gran ciudad? No hace falta que lo cuente. Cita telefónica, horas en la sala de espera, personal sanitario saturado y trabas administrativas con toda seguridad.

Mis padres nacieron en dos aldeas zamoranas, una con treinta habitantes y la otra con seis. Paso allí las temporadas que puedo y doy fe de que la denominada España vacía, lo de vaciada es una manipulación demagógica, es un oasis de paz y está, por lo general, perfectamente abastecida. No hay centros comerciales, pero van panaderos, pescaderos, fruteros y toda clase de vendedores ambulantes. La luz eléctrica no se interrumpe nunca, las casas tienen calefacción, chimenea, arcón congelador. La escolarización funciona perfectamente y los niños de Castilla-León ocupan lugares altos en la prueba PISA. Se puede pedir lo que se quiera por internet y en un par de días tenerlo en casa. Correos funciona perfectamente. Déjenme vacía esa España y, de camino, si pueden vacíen un poco el centro de mi ciudad. No se puede vivir con tanta terraza de bar, tanto ruido y botellona.

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