A Juan Carlos I, que podría vivir de sus méritos, le están ajustando las cuentas. Van a auditar sus instintos básicos, a saber, el sexo y el dinero.

¿Escandalizarse con la sexualidad de los borbones? Sólo el matrimonio entre familiares de esa dinastía ha garantizado que los vástagos tuvieran alguna sangre Borbón. María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, tuvo ocho hijos con el fértil guardia Agustín Fernando Muñoz. Así, no es de extrañar que su hija Isabel II correteara a la tropa por palacio, máxime tras casarla con su primo Francisco de Asís, conocido por el hipocorístico de "Paquita". Alfonso XIII sucumbía al "artisteo". Romances con La Bella Otero, la soprano francesa Genoveva Vix o la actriz Carmen de Navascués, lo acreditan. Un "Miura" que dejó Europa sembrada de bastardos, a los que regiamente atendió en lo económico, mientras pudo.

Con estos ancestros, Juan Carlos I es un cartujo. Este mapa genético da para aventuras varias, con alguna cualquiera, ya sea rubia o alemana. Tan solo podría rechistar doña Sofía, que como hija y nieta de reyes conoce el paño, y no ha rechistado. Otras, que para ellas reclaman menos rosarios y más bolas chinas, imponen a los demás la moral del catecismo. ¡Hipócritas!

En lo económico Su Majestad es un genio. Cuando interviene como mandatario para que empresas españolas obtengan contratos millonarios en el extranjero, le carga la comisión al moro. Todo es beneficio para la empresa. Por el contrario, cuando lo hace el político trinca de la empresa y del erario público.

Señor, no tiene cuentas pendientes con la justicia, tan solo con doña Sofía. Así que pídale perdón y permiso y se viene a España, su casa. Los que aquí le critican viven de robarle al pueblo y en lo sexual son mucho más viciosos y promiscuos que Su Católica Majestad, sin razón genética que lo justifique.

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