NO me gustaría que, por encontrarse alejada de lo que son nuestros recorridos habituales, pasase inadvertida una exposición sobre Anantapur que se exhibe en la sala Julián Cuadra del Museo Arqueológico.
Organizada por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Jerez y la Fundación Vicente Ferrer, la muestra cuenta con unas magnificas imágenes del fotógrafo barcelonés Ramón Serrano.
Aunque la India sea ya un clásico entre los temas fotográficos, supongo que no hay amante de este género que se resista a su capacidad de persuasión. Más aún si, como el que les escribe, dejó empeñada parte del alma en las orillas del Ganges o quedó cautivado por la profunda y negra mirada de unos ojos hindúes.
Porque, como me recordaba el autor de las fotografías, existe el dicho sobre la India que, cuando vas a ese país, o te produce cierta repulsión o te quedas enganchado para toda la vida.
Son instantáneas, retratos fundamentalmente, que el fotógrafo ha tomado en la zona de Anantapur, una región en el centro de la India del tamaño de la provincia de Cáceres, donde la Fundación Vicente Ferrer centra su labor social y humanitaria.
Las imágenes, de una calidad técnica impresionante, captan y transmiten hasta la emoción como pueden ser las vidas de las personas que allí habitan y como son sus sentimientos.
Mujeres que trabajan incansablemente a la vez que no dejan de cuidar y proteger a su prole. Acariciadas por una luz especial de ternura.
Niños recién nacidos que le ganan día a día la batalla a la muerte. Niños en los colegios ante un futuro difícil pero esperanzador. De miradas despiertas, inquietas y profundas.
Disminuidos, sacerdotes; mitos y creencias; rostros y miradas en una atmósfera especial. Una atmósfera de colores que revientan llenos de vida. De las cuatro millones de vidas que pueblan esa maltratada región del planeta.
Creo que sobran mis palabras ante las emocionantes imágenes de Ramón Serrano.
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