DE POCO UN TODO

Enrique García-Maíquez

'Envotados'

EL neologismo no es muy ortográfico, pero si el presidente de Gobierno cambia a voluntaz la "d" por su "z" , ¿no voy a poder yo, que soy escritor y estoy en mi ámbito de competencia, cambiar la "b" por la "v" con efectos expresivos y didácticos evidentes? A base de polvorones, turrones y roscones, hemos acabado embotados, abotargados; y ya sonó el pistoletazo de salida para las próximas elecciones, que nos tendrán eso: envotados, avotargados de discursos, demagogia, demoscopias y demás trucos publicitarios hasta las votaciones del 9 de marzo. En ambos casos, la misma acidez de estómago.

Conste que contra las navidades no tengo nada en absoluto, sólo contra el acompañamiento gastronómico y sus impactos en mi línea (de flotación), y que tampoco contra unas elecciones correctas, con su día de reflexión y todo y el pueblo gozando, al menos cada cuatro años, de la palabra. Lo que se me indigesta es una campaña electoral que premonitoriamente bauticé como "champaña electoral" hace meses. Me empacha que de aquí a marzo los políticos y también nosotros vayamos a verlo todo en clave electoralista, que es la miopía aplicada a la política.

Miren, si no, la gran concentración en defensa de la familia cristiana. Cómo se la han liado a los obispos por decir lo de siempre. Si algún prelado recordase el perfecto retruécano contra la censura de Blas de Otero ("Anda,/ jaleo, jaleo:/ no dejan ver lo que escribo/ porque escribo lo que veo"), podría atreverse con esta variación: "Anda,/ jaleo, jaleo:/ no pueden ver lo que digo/ porque digo lo que creo". La Iglesia predica la misma doctrina sobre la familia, sobre el aborto, sobre el divorcio exprés (o a cómodos plazos) y sobre las relaciones entre la ley y la justicia desde hace dos mil años. Sólo la proximidad perturbadora de unas elecciones puede explicar tanto escándalo mediático de golpe.

El aborto en concreto es otro ejemplo sangrante. Según los últimos datos, estamos ante la primera causa de muerte en España, donde la ley es triturada por sistema. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad y el mismo PP prefieren marear la perdiz y no afrontar el asunto porque quizá movilizaría en contra de cualquiera al voto radical de izquierdas.

El Ministerio de Economía, por su parte, no reacciona ante los signos de crisis económica, pues el más mínimo movimiento significaría reconocer que asoman negros nubarrones. Zapatero insiste en arrojar, como en una cabalgata, las golosinas a puñados. "La situación económica es muy positiva y alentadora", ha dicho. Ea, y vámonos que nos vamos, rodando, avotargados, hasta las elecciones, que es lo que importa.

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