Epi y Blas

Cuando Sánchez se pone a susurrar de ese modo recuerda a la serpiente Kaa de 'El libro de la Selva'

Cada vez que exclamo: "Maldita sea mi suerte" me sale del tirón la soleá de Luis Alberto de Cuenca que reza: "Maldita sea mi suerte:/ mi novia me ha sorprendido/ en la cama con la muerte", que ni viene al caso ni es el caso. Eso me limita mucho. Pero si pudiera gritarlo sin coletillas conquenses, lo gritaría ahora: "Maldita sea mi suerte". Dos días después de prometer aquí solemnemente como un español antiguo de la compañía de Francisco de Pizarro que ya no hablaría más del voto del miedo ni de los utilitarismos electorales, justo después, va el PP y saca un vídeo con Epi y Blas para convencer a los votantes de Vox de que voten al PP, que si no viene el PSOE.

Decididamente nos han visto muy niños: para contarnos historias de miedo, primero, y ahora para meternos directamente en Barrio Sésamo: arriba, abajo, izquierda, derecha, dentro, fuera, etc. Y yo, ay de mí, con las manos atadas por mi promesa precipitada. Sin embargo, no me he comprometido a no volverme a quejar de la infantilización social, que en política está alcanzando, en alas de tanta simplificación extrema, cotas preocupantes.

A base de eslóganes y mensajes cada vez más sencillos hemos llegado ya al balbuceo y a los dibujos animados. De seguir así, el PP se hará fuerte en Barrio Sésamo y los Pitufos; Podemos repondrá la bruja Avería; el PSOE, la abeja Maya y los teletubbies; Albert Rivera e Inés Arrimadas, Marco y Heidi; y Vox, naturalmente, el Pequeño Cid o los Mosqueperros, si no fuese demasiado francés.

Cuánto se echan de menos programas de televisión como La Clave donde se podía debatir en profundidad un tema sin apenas límites de tiempo ni gritos y descalificaciones. Deberíamos conjurarnos por ir recuperando el nivel poquito a poco, tanto en los datos, como en los motivos, ideales y mensajes que transmitimos y nos llegan. Hablar más de libros y menos de tuits. Más de teorías y menos de zascas. Más de proyectos y menos de relatos.

Ahora, sin embargo, Pedro Sánchez ha empezado a bajar la voz para musitarnos como si fuéramos niños a los que quiere hipnotizar. Cuando se pone a susurrar de ese modo sugerente y sinuoso me recuerda a la serpiente Kaa de El libro de la Selva. Maldita sea mi suerte, ya ven, vengo con que tenemos que dejarnos de dibujos y a la primera de cambio recuerdo otra película de Disney. Nos queda por delante una tarea realmente hercúlea, como las doce de (ay, ay) la peli Hércules.

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