La torre de vigía

Juan Manuel Sainz Peña

"Escalichao"

Se fue Juan, el Escalichao. Se fue uno de nuestros personajes de la jungla urbana; uno de esos seres con los que te encuentras y tantas veces te hacen esbozar una sonrisa con el exceso de sus locuras dulces, con sus excentricidades de su mundo cuerdo donde, tantas veces, los locos somos nosotros.

En mi camino de ida y vuelta al trabajo me lo cruzaba todos los días. En los bares o en la calle, charlando con unos y con otros, siempre con aquella sonrisa de sabiduría y de años, cigarro en mano, Por Vera para arriba, Por Vera para abajo, entre las sombras de las jacarandas de la calle más hermosa de Jerez.Creo que lo vi por última vez el sábado antes de dejarnos. Charlaba en el nuevo kebab que hace no mucho han abierto por allí, dándole palique al que estaba detrás del mostrador. ¿Qué le estaría contando? Me pregunté entonces como me pregunto ahora.

No olvido aquellos días en los que, vestido de gitana, sí de gitana, con su traje de lunares y sus volantes, guitarra en mano, provocaba asombro en quienes no lo conocían, y risas entre los que sabíamos quién era y las cosas que hacía.

Se ha quedado ciertamente huérfana la calle Por Vera. Se hará raro pasar por allí y no ver a Juan de cháchara, contando sus cosas, la ropa grande a veces, los zapatos reventados y esa mirada que solo pueden tener las personas que no han hecho nunca daño a nadie en toda su vida.

Todas las ciudades tienen su familia de desheredados, de personajes sin otra cosa que la amistad de la gente de la calle, de la caridad que se tenga por ellos. ¿Desgraciados? No. O al menos no todos. Hay personas que viven felices con lo que no tienen. Deberíamos aprender de ellos, de su soledad, de su sonrisa a pesar de tantos pesares.DEP, amigo Juan.

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