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Rafael Sanchez Saus

La España negra de míster Adelson

SEPTIEMBRE se viene arriba con las húmedas calores de siempre, pero con sofocos nuevos. Nadie sabe cómo vamos a salir de ésta, es más, como en toda tragedia, ni siquiera somos capaces de explicarnos cómo hemos llegado hasta aquí. Un español callado por los hechos es el ser más desdichado del mundo, y eso es lo que nos pasa, que nos vemos desbordados e impotentes, resignados de antemano a lo que no sabemos ni queremos imaginar siquiera. Con el agua al cuello y frau Merkel de gobernanta, algunos se aferran al clavo ardiente. Entre tantos ahogados y abrasados, los pajarracos -así llaman a los buitres en nuestras serranías- merodean.

Sheldon Adelson, el magnate yanqui de los casinos, nos caló hace tiempo. Madrileños y catalanes se han disputado sus favores con el mismo cainita ardor que pondrían en un Madrid-Barça con la Liga en juego en la última jornada. Si unos se mostraban dispuestos a excusar leyes y a poner la cama, los otros añadían el cava. Parece que Madrid gana. ¿Gana? La lechera idiota del cuento da saltos de alegría: miles de millones de inversión, decenas de miles de puestos de trabajo, arcas rebosantes de impuestos... Alcaldes, diputados, presidentes, tertulianos y columnistas de alto caché, gente de apariencia sensata, ejemplares padres de familia, todos parecen haber perdido la cabeza porque algo semejante a la pasión del juego se ha apoderado de ellos mucho antes de que gire la primera ruleta: el deseo de ganancia fácil, quizá no ilícita pero sí tentadoramente dudosa.

Se prometen, y nos prometen, hoy beneficios suculentos los mismos que mañana se mostrarán consternados por el auge de las mafias, de las redes de prostitución, de los desastres del juego, la droga y el vicio (sí, el vicio, ¿o es que nadie recuerda ya esta palabra de cinco letras?). Y entonces, cuando no haya remedio, pedirán vigilancia extrema, comisiones para investigar a los hoy previsibles corruptos, asunción de responsabilidades y mano dura. Míster Adelson ya no será un honrado inversor y un filántropo, sino un sionista, machista y estafador. Y Europa Vegas, el trasunto de la Cuba de Batista a la espera de Fidel.

La literatura y el arte enseñan que la España negra de Solana, Regoyos, Cela o Baroja no era la de la pobreza o la desgracia sobrellevadas con la mayor dignidad posible, sino la de los miserables dispuestos a rifar por cuatro perras el virgo de una hija. No nos pongamos tremendos, pero ¡cómo se lo habrá pasado míster Adelson mientras la señá Esperanza y el tío Mas le presentaban a sus niñas!

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