Vaya por delante que a este que esto les escribe las tunas, su música y sus decadentes circunstancias jamás le supieron levantar. Pero bueno, nunca seré yo el que vaya contra cualquier espíritu de la tradición, por poco apego que uno le tenga a esto de los abanderados de los "clavelitos", muchos de ellos venerables ciudadanos que pueblan canas y áreas despejadas de sus testas - o eso creo - que fueron de eternos estudiantes - o lo que pareciera - de un tiempo que, para ellos, fue joven y que, ahora, resulta, al menos, bastante chocante, cuando no, algo más que surrealista. Aparte de esta declaración de intenciones, que pasa, como habrán podido comprobar, como una absoluta indiferencia hacia esto de la tunas y sus -para mí - patéticos actuante, me parece de muy poca lógica que se organice una concentración de tunas, que se potencie un evento, que se publicite en todos los medios, que se acojan a los tunos llegados de toda España como semihéroes de un tiempo pretérito que quiere sea presente y que, cuando, las nocturnas actuaciones de los jóvenes maduros de las estudiantinas están en su momento más álgido, las autoridades desplieguen sus comandos disuasorios haciendo despejar las zonas en las que los tunos manifiestan sus repertorios, por mor de unas legislaciones que, desde dentro, se manejan al son que más convenga. No nos vale mediáticas fotografías interesadas de la alcaldesa bailando al son de las populares melodías de los universitarios si a estos se les desalojan impunemente de sus espacios actuantes alegando leyes que se saltan a la torera cada vez que las circunstancias políticas lo crean necesario. Para tan absurdos desenlaces mejor no haber potenciado una concentración de tunas a las que se les manda a dormir casi con la noche amanecida. Y todo desde la parcela de un pobre observante al que la música estudiantil le cae muy, pero que muy, de lejos.

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