Factura social

Sánchez no parece atado por el principio de no contradicción ni por ningún otro, que se sepa

No es una errata, aunque usted y yo sabemos que voy a hablar de la "fractura social" en Cataluña que, según Pedro Sánchez, es culpa del anterior gobierno. Nadie duda de que esa frase es una parte ínfima de lo que Sánchez tiene que pagar por los votos nacionalistas y la consecuencia de la lógica partidista, que exige cargar todo en el debe del rival. Además, es una mentira.

Usted y yo sabemos que la fractura social fue culpa de quienes se saltaron repetidamente la ley, negándose a cualquier acuerdo de los muchos, demasiados, que Rajoy y Soraya ofrecieron por activa y, desde luego, por pasiva. Eso lo hemos visto todos y Sánchez desde una posición privilegiada, pues dio repetidamente su apoyo al Gobierno; y bien que hizo entonces.

Eso no es óbice para que ahora Pedro diga lo contrario, pues ya sabemos que Sánchez no está atado por el principio de no contradicción. Ni por ningún otro. El proceso lo describió Chesterton: "Si tienes una real indiferencia por la concepción de la verdad, probablemente prepararás el camino para una indiferencia igual hacia todos los otros apoyos de la rectitud del hombre. Si dándote cuenta permites juicios poco razonables, pronto serán juicios injustos. Si, dándote cuenta, permites juicios injustos, pronto serán juicios crueles"

Lo grave es la factura social. Un país, una política y, sobre todo, un gobierno pueden construirse, aunque inestablemente, sobre la mentira, como demuestra la historia. Pero nunca sobre la falta de respeto o a la inteligencia de los ciudadanos o a su integridad.

Jordan B. Peterson recuerda a menudo que Solzhenitsyn se preguntó qué podía hacer frente a la dictadura comunista, y se propuso no decir ni una mentira. Empezó. Acabó siendo una de las piezas claves que derrumbó el Imperio Soviético. Hemos de evitar esta proliferación de la mentira si no queremos acabar pagando la factura social todos y con intereses. La idea de empezar la reforma por uno mismo también está en un poema de Aquilino Duque en su reciente antología La palabra secreta que debería vocearse desde las azoteas: "Luego he tratado de que lo que quería/ para todo el país, para toda la tierra/ fuera al menos posible en unos pocos/ metros a la redonda".

Cada vez que alguien mienta, digamos: "Mentira". Ya sea en su currículum, en el Parlamento o en la calle. No soy fan de Soraya ni lo fui de Mariano, pero que la fractura social es culpa suya es mentira.

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