Cuarto de Muestras

Falsa actualidad

Ganarse la vida, en lo que fuere, es un milagro

Admiro a quien ejerce su oficio con agrado, conocimiento y vocación. Al zapatero que alarga la vida de los zapatos más cómodos, a la costurera capaz de ajustar la cintura de un pantalón, al metre que adivina nuestros gustos cuando nos comenta la carta, al camarero atento que recuerda nuestro vino y nos lo sabe servir bien, al médico que con su ojo clínico da con la tecla de momento, nos tranquiliza y nos cura, al artista que con su obra nos despierta la mirada y la conciencia. Dominan su labor sin desfallecer, luchan en su afán diario por hacer bien lo que saben hacer.

Sin embargo, esta época, paradójica en tantas cosas, obliga o aboca a muchos a no hacer lo que de verdad saben hacer. Vemos a algunos cantantes actuar con unas coreografías insinuantes y esforzadas, que, de tan acrobáticas, ahogan su voz. Otros cantantes se buscan la vida formando parte de un jurado en un concurso de televisión en el que canta gente que no canta, o que canta en su casa y a los que disfrazan de artistas copiando a los que de verdad cantan, pero no tienen donde cantar. Periodistas y escritores forman parte de una suerte de peleas de gallos con el sobrenombre de tertulias del más variado pelaje. Los cocineros, oficio elevado al firmamento de las estrellas, participan en un programa en el que cocinar, lejos de ser un placer lento al que se acompaña de vino y buena conversación, es una carrera de obstáculos pertrechados de sifones y armas químicas para poder hacer esferas y dibujitos en los platos, haciendo de la alta cocina una caricatura. Dentro del saco de noticias de un informativo nos pueden meter desde la muerte de la reina de Inglaterra a una serpiente que se ha colado por un retrete con la misma cara de circunstancia del presentador.

A los escritores se les obliga a ejercer de viajantes de comercio para vender su producto. Algunos lo disfrutan como vedettes y se dejan llevar por la vanidad. No resulta extraño que hace poco leyera al escritor Benjamín Prado en un suplemento literario manifestar sin despeinarse: "Dedicarme a la literatura casi no me deja tiempo para escribir", que es una frase propia de un personaje fracasado de Landero.

La manera que hemos encontrado de llamar a trabajar para comer: "ganarse la vida" tiene su misterio porque a veces la vida se pierde precisamente en ello. Ganarse la vida, en lo que fuere, es un milagro. Hagámoslo posible, hagámoslo grande.

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