Resulta extraña la estrategia que ha adoptado Pablo Casado. En sus declaraciones y entrevistas se muestra mucho más interesado en confrontar con Santiago Abascal y Vox que con Pedro Sánchez y el PSOE. Su estado civil actual, al rebufo de Ayuso, es felizmente Casado. Sus asesores le han convencido de que puede absorber a Vox. Esto puede salirle o bien o mal o regular; y el final -en ninguno de los tres casos- será especialmente dichoso. Los estrategas están empeñados, por tanto, en un escenario en el que Casado pierde de una manera u otra.

Pongamos que le sale muy bien y lamina a Vox. Lo condena a la inexistencia. Olé por Teo. Y entonces esos votantes que existen a puñados y que jamás votarían al PP dejarán de votar a un partido que ya no existe. En Andalucía, hasta que Vox no aportó su capacidad para llegar a otras bolsas de votantes inaccesibles al PP no se destronó al PSOE. En Madrid, a pesar del huracán, Ayuso, sin Vox, no suma. Por el otro lado, el votante de Ciudadanos que hasta ahora parece que el PP sí está atrayendo, ¿votaría a un partido que se contonea siquiera un poco para ganarse también a los votantes más conservadores? ¿El PP tiene elasticidad suficiente para abarcar a tirios y troyanos?

También puede salirle regular, esto es, reducir la representación de Vox a base de llamadas al voto útil, pero que Vox se mantenga a pie firme en su suelo, que es, ojo, lo que ha pasado en Madrid. ¿No ven los estrategas de Casado que un Vox en los huesos de sus votantes más irreductibles terminará siendo un partido más correoso para negociar? Y que el PP tendría que negociar; porque eso es aritmético.

Puede también salirle de pena. Casado no es Ayuso ni su circunstancia, como diría Ortega y Gasset. Además, está por ver que el electorado no penalice que se confunda tan flagrantemente de rival. Los votantes terminarán premiando (como hicieron con Ayuso) a quien se enfrente sin titubeos con Sánchez. Entonces, un PP estrellado en su auto objetivo ridículo de reducir a Vox a la insignificancia sería risible. ¿No está apostando Casado su liderazgo, con tanta insistencia innecesaria, a un cara a cara con Abascal? ¿Y si le sale cruz?

Me pega que entre los asesores de Casado no hay ninguno que haya leído a Pascal. El gran matemático y estadístico desaconsejaba vivamente hacer apuestas en las que, si ganas, tienes poquísimo que ganar y, si pierdes, lo tienes todo que perder.

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