Feminista no, feminoide

Desde que Sánchez llegó al poder, todo han sido anuncios que sólo pretenden distraer la atención del respetable

En tiempos nada lejanos, a la hora de escribir uno podía abandonarse al fácil recurso de los estereotipos masculinos y femeninos, de tan ilustre tradición literaria, sin que ello supusiera convertirse en esa especie de indeseable supremo que hoy es el machista, apenas superado por el fascista, con el que forma casi inseparable pareja de hecho. Entre los tópicos más acreditados estaba el hoy caduco por prohibido que quería a los varones rectilíneos en su ser y obrar, veraces y un tanto brutos, a lo que se oponía el supuesto carácter veleidoso, tornadizo, simulador y disimulador de la mujer, especialmente de la rubia, ya que las morenas, por esa cosa racial, parecían menos afectadas en el doble sentido de la palabra. Si hoy pudiéramos recurrir sin peligro a esas manidas pero efectivas metáforas, comprobaríamos que Pedro Sánchez practica una política que, para no incurrir en la ira feminista, no calificaremos como femenina sino como feminoide, esperando que el matiz nos libre del trallazo y la picota. A las pruebas me remito.

Desde que llegó al poder el susodicho con su legión de ministros de diseño feminista, todo han sido medidas y anuncios que tienen el único común denominador de distraer la atención del respetable. Unas son demagogia en estado casi puro, tal la mediática recepción del Aquarius, remolcado desde la lejana Libia a golpe de talonario al mismo tiempo que el Estrecho se llenaba de pateras y de muertos que a nadie importan. Otras, como la eliminación del copago farmacéutico y de los peajes en las autopistas, o la idea de subir las pensiones incluso en caso de recesión, son dudosas o imposibles, aunque de momento sirvan para comprar titulares y justificar la subida de impuestos que con toda certeza se prepara. Pero convendrán conmigo en que la palma del fácil postureo para consumo de orcos se la lleva la pretensión de desenterrar los restos de Franco, que no están precisamente en lugar impertinente, para exponerlos al ludibrio público cuando se cumplan exactamente ochenta años de su urticante victoria total sobre los rojos y separatistas que hoy nos señorean. Veremos si Franco no les sigue ganando batallas aún hoy.

Y mientras hablamos de todos estos disparates, ruinas y bellaquerías, los de siempre, duchos ya en la traición al pueblo español, avanzan sigilosamente en el que piensan definitivo golpe a la unidad de la Patria. La política feminoide que nunca va de frente tiene nombre, el de Pedro Sánchez.

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