A Pepe Crespo, alma, corazón y vida

LA feria es un trasunto de la realidad; o dicho de otra manera, es llevar lo de todos los días al Parque. Viene esto a que cuando uno pertenece como socio a una caseta, aunque se pida por activa o por pasiva que todos colaboren, que echen una mano en la interminable lista de cosas que hay que hacer, siempre, como en la vida misma, se lo carga todo el mismo. Que hay que hablar con el del ambigú, eso es cosa de Pepe; que hay que comprar tela para las cortinas, eso quien lo sabe es Pepe; que faltan tornillos del tres - yo no sabía que los tornillos tenían tallas -, Pepe tiene una caja del año pasado; que hay que comprar maceteros porque el último día de la feria anterior alguien no llega a tiempo al servicio y…, Pepe sabe dónde comprarlos más baratos; que el suelo de la cocina resbala y no se puede trabajar bien, Pepe tiene en su casa un poco de sintasol del bueno; que hay que comprar lámparas bodegueras, Pepe las coge de la viña de Manuel sin que Manuel se dé cuenta; que el fregadero está roto, Pepe sabe que en la caseta de la Hermandad tal hay dos de sobra; que este año una mamá pejiguera quiere que su hijo beba Mirinda en lugar de Fanta, Pepe sabe del único lugar del mundo donde todavía venden Mirinda; que a un lumbrera de la caseta se le ha ocurrido poner un cartel de toros pintado por Picasso, Pepe - que no sabe de toros - sabe quién tiene un abuelo que estuvo en aquella corrida y tiene el dichoso cartel en su casa; que al albero este año no le han echado los polvitos para que no piquen los ojos, Pepe conoce a uno que trabaja en una droguería vieja y sabe qué polvitos son; que la puerta de los servicios no cierra bien, Pepe se las arregla y saca de la chaqueta una navajita de esas que tienen muchas cosas y soluciona el problema; que sobran - nos es el caso de la caseta de Pepe - botellas de Tío Pepe, Pepe se las bebe él sólo. Y saben ustedes por qué Pepe es Pepe, porque tiene una mujer detrás que es más sabia, más guapa y… más santa que Pepe. ¡Feliz Feria!