Crónica Personal

'Filomena'

Los responsables nacionales y regionales han sido capaces de ponerse juntos a la tarea de luchar contra el temporal

Qué buena oportunidad para callarse la de García Egea… Acusó a Sánchez de "mantita y peli" cuando el presidente, esta vez sí, se ocupó desde el primer momento de llamar a Ayuso y Almeida para preguntarles por la situación en Madrid y ofrecerles apoyo en lo que pudieran necesitar. En esta ocasión hubo coordinación previa entre las autoridades regionales y locales, que se vio insuficiente en cuanto el temporal Filomena se mostró con toda su toda su ira, y a lo largo del sábado, el peor día, se produjeron llamadas constantes entre los responsables regionales y los ministros de Interior, Transportes y Defensa, de los que dependían los medios y personal que podían intervenir para paliar el desastre.

Una vez más, Margarita Robles estaba al pie del cañón con toda su gente dispuesta a intervenir donde hubiera situación de peligro. Al igual que Policía y Guardia Civil, y miembros de las diferentes asociaciones civiles de emergencias: fueron docenas de miles las personas en situación crítica, encerradas unas en sus coches durante horas con peligro de hipotermia, enfermos que no podían llegar a los centros hospitalarios, mujeres de parto en los coches tratando de llegar a su destino, enfermos crónicos sin la medicación que deben tomar periódicamente, discapacitados sin ayuda domiciliaria … Mil frentes abiertos al mismo tiempo.

No se conocía un temporal de tanta envergadura, lo que explica que, a pesar de los planes de emergencia diseñados, se desbordaron todas las expectativas. Se dejaron atrás rivalidades y tensiones, partidismos y fobias, y se dio prioridad a buscar solución urgente para las situaciones más críticas. Siempre se puede hacer todo mejor, pero al menos esta vez se sumaron esfuerzos para intentar paliar los efectos devastadores del temporal.

Madrid, la capital, se convirtió en una ciudad blanca. Ahora toca recuperar el sentido de la realidad porque llegan los hielos. El peligro se multiplica y además no hay experiencia de convivir con ellos. En otros países saben los ciudadanos que ante una nevada lo primero es despejar puertas y ventanas antes de que la nieve se convierta en hielo. Hoy, millones de personas se encontrarán las calles intransitables, la puerta de la calle bloqueada por una inamovible montaña de hielo, y terrazas que peligran por el exceso de peso al no haberse ocupado de retirar la nieve en su momento.

La experiencia va a ser dura, más que la del fin de semana. Pero hay un dato positivo: responsables nacionales y regionales han trabajado codo a codo. Unos mejor que otros, unos con más entusiasmo que otros, pero han sido capaces de ponerse, juntos, a la tarea de luchar contra el temporal.

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