Cambio de sentido

Fin de ciclo

Tal vez la psique -incluso colectivamente- se resiste a asumir que estamos en un fin de ciclo

No sé si alcanzamos a entender que estamos viviendo un cambio histórico", me dijo alguien, no recuerdo quién; como ahora nada está en el sitio que le corresponde, mi cabeza tiende últimamente a liar en flashes caras, conversaciones, tiempos, espacios. El virus nos desorganiza por fuera y por dentro. Agradecemos los pocos instantes en los que la conversación deja de girar en torno al Covid. Lo pandémico no es sólo el coronavirus en sí, sino eso mismo como tema, como realidad que lo encharca todo. No es normal estar prácticamente sola en la estación de Atocha y, sin embargo, aquí me encuentro, en una sala de embarque de nadie, tecleando como si nada. Hay un plátano abandonado en el asiento de enfrente. Su presencia tiene algo de absurdo, dan ganas de agarrarlo y hablar por él, como en un sketch de Monty Phython. Por cada silla hay dos precintadas. Es incoherente que no hagan lo mismo con los asientos del tren o el metro, donde también ahora viajamos más de uno en metro y medio. El personal de la sala de embarque conversa en grupo y ríe despreocupadamente, en el instante de olvido que cada cual necesita tomarse para seguir respirando. Juego a pisar sobre las huellas de un hombre invisible que sabe perfectamente adónde va: la señalética se ha desparramado, todo está ya indicado. Me decepciona que este último policía del control no me revise el salvoconducto, evidencia que nunca he tenido cara -tan digna- de fugitiva o desertora. Ya en Andalucía, el taxista que me lleva a casa está a punto de derrumbarse. Me pregunta si tengo hijos. No tener hijos es en estos momentos un alivio, dice. Quién nos lo iba a decir, dice. Esto va pa largo, dice. Trabajo diez días al mes, dice. El coche como una patena, dice. Que siga usted con mucha salud, dice.

"No sé si alcanzamos a entender que estamos viviendo un momento histórico", me dijo el otro día quien sea, y no dejo de pensarlo. Me pregunto si en pleno Holocausto, en el ascenso de Mussolini o la caída de los zares o durante la peste negra, quienes lo vivieron tuvieron consciencia de vivir un momento histórico. Tal vez la psique -incluso colectivamente- se resiste a asumir que estamos en un fin de ciclo. Nos aferramos a la idea de que en un tiempo volveremos al punto donde lo dejamos. Esa es la idea que generalmente nos transmiten, con cara de convicción, los políticos. No sé si están en lo cierto. Por si acaso, más nos vale que empecemos a pensar cómo queremos fundar los nuevos tiempos.

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