EN esta Sherry Week diferente que está entrando en su recta final me pregunto por qué esa rivalidad popular entre el Fino y la Manzanilla. Sobre todo en Jerez y en Sanlúcar. O dicho en otras palabras, por qué nos empeñamos en ver extraño beber Manzanilla de Sanlúcar en Jerez y en disfrutar del Fino en Sanlúcar. Con la riqueza organoléptica que nos ofrecen estos vinos prácticamente idénticos en uva, suelo, crianza y color con la tan sola diferencia del lugar de procedencia que le aporta ciertos matices diferenciales en olor y sabor. Creo que deberíamos dejar atrás esos estereotipos arcaicos de que los bares de Jerez no tengan - en su mayoría - Manzanilla de Sanlúcar en sus neveras o viceversa con el Fino en Sanlúcar. Hay momentos para todo y sabiendo apreciar lo que nos aporta uno y otro vino podemos brindar con ambos cuando las ocasiones se tercien. A veces apetece una copa de Manzanilla y otras de Fino. Pero, ¿qué más da donde estemos?. Lo que debería extrañarnos es la abundancia de Riojas y Riberas en las cartas de vino de nuestros bares y restaurantes sin ir en consonancia con la carta de generosos de la D.O. Sanlúcar y la D.O. Jerez. Defendamos lo nuestro - sin menospreciar a los grandes blancos y tintos de otras Denominaciones de Origen - pero démosle el sitio que merecen nuestros vinos. Y ojalá llegue el momento en el que el mayor número de referencias en las cartas de vinos de la hostelería gaditana sea procedente precisamente de la provincia. Con un claro posicionamiento en el Sherry (D.O. Jerez y D.O. Sanlúcar de Barrameda) y apostando por los IGP de Cádiz que - dicho sea de paso - también los hay muy buenos. Y pueda llegar el día en el que en cualquier bar de Jerez pueda pedirme una buena manzanilla y en Sanlúcar pueda pedirme un gran fino sin que me miren como si fuera guiri. Nos queda camino por recorrer pero estoy convencido que llegaremos. ¿De Fino o de Manzanilla?. Pues mire, de los dos.

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