Editorial

Fomento soluciona la crisis de Vueling

DESPUÉS de unos días de auténtico caos, la compañía aérea Vueling ha empezado a recobrar la normalidad de sus operaciones en el aeropuerto del Prat, en Barcelona. Atrás quedan más de 8.000 pasajeros afectados, personas a las que se les han infligido daños económicos y morales, los cuales deben ser resarcidos lo antes posible. También queda por los suelos el nombre de Vueling, la compañía de low cost del grupo AIG, con la consiguiente pérdida de confianza por parte de los consumidores. Finalmente, habría que evaluar el deterioro que ha podido sufrir la marca España debido a esas lamentables imágenes de centenares de personas dando vueltas, indignadas y sin información, por uno de los principales aeropuertos del país.

¿Qué ha sucedido? Como es habitual en este tipo de situaciones, hay que apuntar a un cúmulo de circunstancias negativas. Sin embargo, hay una que sobresale claramente: debido a un intento de abarcar la máxima cuota de mercado posible, Vueling ha programado (y vendido) más vuelos de los que podía asumir con sus actuales capacidades técnicas y humanas. Todo estaba cogido con alfileres y, en el momento en que algunas piezas han empezado a fallar, se ha producido un efecto dominó que ha terminado en el caos que ya todos conocemos. Es cierto que la huelga de controladores de Francia no ha ayudado y que hay voces que apuntan a que el A-CDM del Prat -sistema automatizado que asigna los horarios de salida del tráfico aéreo-, que se instaló hace un año, no funciona aún lo suficientemente bien. Sin embargo, insistimos, el caos habría sido mucho menor si Vueling hubiese programado su campaña de verano con realismo y profesionalidad.

No todo ha sido negativo. En esta crisis hay que destacar el buen comportamiento del Ministerio de Fomento, con su titular, Ana Pastor a la cabeza. En todo momento, Fomento ha estado al tanto de lo que estaba ocurriendo, ha sabido analizar y diagnosticar el problema y ha facilitado una solución al obligar a la compañía aérea a reestructurar su oferta de vuelos para adaptarla a su capacidad real. Gracias al plan de contingencia que ha exigido el Gobierno a Vueling, ayer retornó una relativa normalidad a los mostradores de la compañía en el aeropuerto de Barcelona.

Ahora queda analizar lo ocurrido con tranquilidad y tiempo con tres objetivos: depurar las responsabilidades, resarcir a los usuarios perjudicados y tomar medidas para que nunca se vuelva a repetir el caos vivido estos días en el Prat.

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