Frenazo

El parón económico ya está aquí, en pleno verano, afecta al empleo y el Gobierno persevera en sus errores

Pedro Sánchez y Nadia Calviño en el reciente Debate sobre el estado de la Nación.

Pedro Sánchez y Nadia Calviño en el reciente Debate sobre el estado de la Nación. / Chema Moya · Efe

VENÍA de lejos. Desde hace bastantes meses, distintos indicadores señalan una creciente desaceleración económica en España. Pero no todos. El empleo ha mostrado una fortaleza que ponía en duda que la amenaza de una recesión llegase a convertirse en realidad. Históricamente, la destrucción de empleo anticipaba las crisis y se enfatizaba cuando dos trimestres de crecimiento negativo consecutivos confirmaban que la economía española entraba en recesión. Esa constante no se dio en el fuerte retroceso que el Producto Interior Bruto sufrió en la pandemia de Covid-19. La aplicación masiva de ERTE permitió que se sostuviese el empleo porque se esperaba que un shock exógeno como una emergencia sanitaria debía ser acotado en el tiempo. La medida, aplicada gracias a la denostada reforma laboral de la andaluza Fátima Báñez, por más que el Gobierno actual presuma de su uso, fue retirándose conforme las empresas recuperaron actividad.

Pero las consecuencias de la pandemia sobre las cadenas de suministro provocaron un efecto inflacionista que hoy es el mayor problema para las economías desarrolladas. La guerra iniciada por Vladimir Putin precisamente ha buscado agravar esa debilidad que ya existía.

La escalada de los precios, que afecta a todo tipo de rentas –lógicamente más cuanto menor es–, y las medidas de escaso éxito adoptadas, han provocado un cambio de las políticas monetarias –decididas subidas de los tipos de interés– que, aunque sean de manual, ponían en riesgo la recuperación económica hasta el punto de provocar una recesión si la inflación no se corregía.

Es justo lo que ha pasado. En unos países con más intensidad que otros, caso de España. La tasa interanual del Índice de Precios al Consumo roza ya el 11% (10,8% en el dato adelantado de julio) y la economía se desacelera. Pero el empleo parecía que no. Hasta el mes pasado, el peor julio desde la Gran Recesión. Ni la tramposa reforma laboral de Yolanda Díaz (oculta parados temporales como fijos discontinuos) lo maquilla ya.

El frenazo está aquí. En pleno verano. No habrá que esperar al otoño. Y el Gobierno sigue implementando las recetas que ya aplicó José Luis Rodríguez Zapatero y hundieron la economía y el empleo también: gasto desaforado. A eso suma medidas contra la inflación que apenas llegarán a las familias con renta media y que sólo buscan recaudar más cuando está en niveles récord. Pedro Sánchez –y Nadia Calviño– perseveran en el error. Lo peor: queda más de un año para que sean los españoles quienes fuercen con su voto una corrección.

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