La Crestería

Manuel Sotelino

Gestoras cofrades

Las procesiones clásicas y no clásicas del verano se han quedado en un segundo plano tras los episodios vividos entre la cuadrilla presumiblemente asalariada del palio de la Esperanza de las Cinco Llagas y la gestora nombrada en la hermandad de las Tres Caídas. Del asunto de la Esperanza no quiero escribir en un artículo de opinión porque doctores tiene la Iglesia y felicitaciones múltiples la junta de gobierno de las Llagas. Un día, un periodista que tuve por jefe, me dijo que jamás hiciera un reino taifa de la pluma, el micro o la cámara. Y así lo he hecho siempre a no ser que haya acontecimientos de importancia que obliguen al periodista a cumplir con su misión de informar. Eso es todo. 

En cuanto al asunto de las Tres Caídas, tengo que decir que una gestora no debería de ser un escándalo ni el anatema del cofrade. Ni tampoco un elemento que sirva para agraviar a una corporación. Todo lo contrario. Nadie puede presumir de no haber estado nunca enfermo. Todos alguna vez nos hemos tenido que tomar este o aquel medicamento. Eso es una gestora. Si se cae en cualquier tipo de malestar hay que contrarrestarlo con medicación. Que nadie se llame a escándalo. Ahora lo que toca es ver cómo pronto vuelven a salir los necesarios brotes verdes de una de nuestras cofradías más grandes. Feliciano lo habrá podido hacer mejor o peor en sus años de responsabilidad. El comisario actual intentará hacerlo lo mejor que pueda. Y el que tenga que venir, que ojalá sea pronto, lo hará de la mejor forma que sepa. 

Pronto San Lucas nos tiene que devolver a la total normalidad de la cofradía del Miércoles Santo. Un paréntesis más o menos amargo y a seguir adelante porque nadie está exento de tomar una aspirina. Es más, algunos necesitan medicación urgente y severa. Y sin embargo, no les ha llegado su hora. Grandes o pequeñas. Antiguas o recientes. Nadie está exento de una gestora que ponga a una hermandad de nuevo en funcionamiento. Hoy ha sido San Lucas, pero que nadie diga que nunca jamás porque la suya puede venir en camino. Nunca se sabe.

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