Crónica personal

Pilar / cernuda /

Giro en las alturas

HA habido unanimidad en la reacción al nombramiento de Alfonso Alonso como ministro de Sanidad: Rajoy ha apostado por dar más peso político al Gobierno. Falta hacía dar ese giro, porque con el paso del tiempo el equipo de gobierno se semejaba más a un grupo de gente con experiencia y alta cualificación que a un equipo que demuestra día a día que se debe confiar más en ellos que en cualquier partido de la oposición. Excepto un par de ministros, el perfil de la mayoría de ellos está muy alejado de lo que se espera de un Gobierno, personas capaces que además sepan de estrategia y de táctica, comuniquen bien y tengan capacidad de reacción ante las dificultades.

Alonso es uno de los políticos que destacan en la nueva generación del PP, y además tiene experiencia de gestión, como demostró en sus ocho años de alcalde de Vitoria. Negociador nato en estos tres años de portavoz parlamentario, sabe encontrar el punto a sus interlocutores. Se lleva bien incluso con los diputados más alejados de lo que representa el PP. Y no duda a la hora de expresar su disconformidad. Su nombramiento como ministro, por ejemplo, no ha debido gustar excesivamente a Arantza Quiroga, con la que mantiene serias discrepancias respecto a la política que debe llevar el PP en el País Vasco.

Alonso es hombre de Soraya Sáenz de Santamaría, es cierto; mantiene una excelente relación con la vicepresidenta, que le dio mucha cancha cuando ella era portavoz parlamentaria del PP en la oposición. Pero es también hombre de Mariano Rajoy, con relación muy fluida desde hace años, y más desde que es portavoz parlamentario, lo que obliga a un contacto frecuenta y cercano entre La Moncloa y el Congreso de los Diputados.

No sabe de Sanidad, pero lo que importa en un ministro es que sepa conformar un gran equipo y que sepa también cuáles son los problemas a resolver. Alfonso Alonso se encontrará con unos cuantos, el más delicado dar una salida a la polémica sobre el aborto. Hace dos días el Gobierno recibió un varapalo del Consejo de Estado, que advertía que la norma que pretendía el Gobierno respecto a la obligada autorización del permiso paterno para que aborten las menores no podía anteponerse a una ley orgánica. Es un asunto además de gran calado político, el PP ha perdido simpatizantes por la derecha y por la izquierda por la mala gestión que ha hecho Gallardón de esa ley. Y de política sabe Alfonso Alonso.

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