'Go Trump!'

He de confesar que conforme avanza la campaña crece más y más mi admiración por Donald Trump

De no ser por la aterradora situación doméstica, que nos quita las ganas de leer en la prensa o seguir en los telediarios las penas propias, no digamos las vicisitudes ajenas, todos estaríamos pendientes a estas alturas de las elecciones presidenciales americanas del próximo 3 de noviembre. Lejos de las fogatas informativas de antaño, lo más que nos llega en esta ocasión desde el otro lado del Atlántico es un persistente olor a quemado. El quemado es invariablemente el presidente Trump, compendio y resumen de todos los males posibles e imaginables, e incluso de los aún por definir o inventar, para cualquier medio español, sin excepción.

Y sin embargo, he de confesar que conforme avanza la campaña que intermitentemente sigo sin la pasión de otras veces, crece más y más mi admiración por Donald Trump, al margen de que sus maneras y peinado me sigan produciendo el mismo desvío del primer día y que, como recalca siempre un buen amigo, siga sin abrocharse el botón de la chaqueta. Pero hay que estar lleno de todos los prejuicios acumulados por años de inquina para no sentirse fascinado por el combate épico que un hombre casi solo -acompañado, eso sí, por la incomparable Melania- lleva meses sosteniendo contra las encuestas, los debates amañados, los lobbies más poderosos, los medios casi al completo, la traición de excolaboradores, ciertos núcleos de su propio partido, el gran capitalismo globalista, las multinacionales del aborto, la Unión Europea, los chinos, el papa Francisco, el inmenso aparato del progresismo mundial, las instituciones internacionales…, e incluso la temible enfermedad de los últimos días. Como le sucediera en 2106 con la bruja que ya se veía presidenta, su gran suerte es el rival que le han encajado, el hipócrita, corrupto y políticamente correcto Joe Biden, cuya principal virtud para buena parte de su propio electorado consiste en la alta probabilidad de que, senil o fiambre, acabara cediendo en breve la presidencia a la radical Kamala Harris.

Trump llega a las semanas decisivas con un sólido índice de aceptación, y eso a pesar de la incidencia del Covid-19, y parece no haber dicho la última palabra. Sabe del apoyo incondicional de grandes franjas del voto popular que llevaban décadas despreciadas y desatendidas. Para ese votante Trump es la última esperanza de una América al gusto de los americanos. Regresando a la épica, ¿a quién creen, si no, que votarían los combatientes en Gettysburg -ambos bandos-, las Ardenas o Hué?

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