La columna

Bernardo Palomo

¡Gracias por todo!

La Fundación Caballero Bonald ve marcharse al gran piloto que ha manejado con mano firme, segura y experta la manija de la que es, probablemente, la institución cultural referente de la ciudad. También a Fernando Domínguez le ha llegado la hora de la jubilación. Él, que con sapiencia, mano izquierda y trascendencia manifiesta ha convertido el caserón de la calle Caballeros en estación término de lo mejor de la Literatura española, finaliza un periplo profesional que ha redundado en el beneficio de una ciudad necesitada de muchos buenos proyectos como los que él, con su magnífico y entregado equipo, ha llevado a cabo. Fernando Domínguez es una personalidad absolutamente respetada en el mundo de la letras importantes; los grandes de las letras que han llegado a Jerez lo han hecho por los desvelos y por la mano convincente de quien sabía lo que hacer, dónde acudir y cuándo hacerlo. A lo realizado nos podemos remitir para constatar qué ha ocurrido y cuanto ha ocurrido en la Fundación. No es fácil convencer a los activos culturales - doy fe de ello -, son actuantes en un universo que, ellos mismos, hacen complejo. Fernando Domínguez les supo marcar unas rutas expeditas para que, por ellas, circularan convencidos hasta Jerez. Él y los suyos han posibilitado que la Fundación sea considerada, respetada y hasta ser infinitamente valorada por la profesión literaria. A pesar de las zancadillas, de los cercanos menosprecios y de las envidias, lo que se ha hecho desde la Fundación que lleva el nombre del Premio Cervantes nacido en Jerez es una válida referencia para creerse que lo mejor de lo mejor podía estar en nuestra ciudad cada año. Además, mucho de lo que se ha desarrollado en la sede de la Fundación ha servido para potenciar el amor hacia la Literatura. Todo esto se ha debido a Fernando Domínguez y a los que, con él, han trabajado. ¡Feliz jubilación!

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