La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Gran Hermano del siglo XXI

Esto de que usen nuestros datos sin permiso para comernos el coco en campaña es un atentado a la democracia

Las cartas con propaganda electoral y papeletas de voto se acumulan en la portería de la casa en que vivo (casco histórico de Sevilla, propietarios, edad media elevada). Salvo yo mismo, que soy un vicioso de esto, ningún vecino ha recogido en toda la semana un solo sobre a su nombre. A pesar de que lo pagan: el mailing le sale gratis a los candidatos, a cada ciudadano le cuesta aproximadamente un euro.

Más nos va a costar la aplicación de la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales porque su coste se mide en términos de libertades democráticas. La acaba de aprobar el Senado, después de su paso triunfante por el Congreso, con la complicidad de todos los grupos excepto Podemos, cuya portavoz, Celia Cánovas, la denunció como "una peligrosa innovación -con toda la razón del mundo- y anunció que la recurrirá ante el Tribunal Constitucional.

Ya me dirán si no es peligrosa: autoriza a los partidos políticos a recopilar datos personales de los españoles obtenidos en internet, sin permiso de ellos, para utilizarlos en su beneficio durante las campañas electorales. Con los datos rastreados podrán crear perfiles ideológicos de los ciudadanos, ficharlos y bombardearlos con mensajes o llamadas según sus gustos, ideas o comentarios. Mensajes y llamadas cuyo propósito es, obviamente, convencernos para que votemos a favor de la formación política que manipula el invento. Aquí no hay teoría o especulación. Ya se ha practicado, que se sepa, en Estados Unidos y en Rusia son especialistas.

La Agencia Española de Protección de Datos ha intentado quitar hierro al asunto subrayando, con más buena intención que fuerza, que la ley no permite el tratamiento de datos personales de la gente, sino sólo los relativos a sus opiniones políticas y a fin de dar respuesta a sus inquietudes en los respectivos programas electorales. ¿Y esto cómo se va a garantizar? Una vez metido el zorro en el corral, ¿quién le impone que no se coma a las gallinas?

Si el TC no lo remedia, estamos condenados a un inmenso spam electoral. Correos basura para comernos el coco días antes de las elecciones, elaborados tras invadir nuestra privacidad,y hacernos un retrato según gustos, ideas, viajes y lecturas. Basura personalizada. Un retroceso de la democracia más grave que la ley mordaza. Y sin posibilidad de rehuirlo como las papeletas que mis vecinos ni cogen.

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